En lo profundo del cuerpo humano, la naturaleza revela un nuevo misterio. Un equipo de siete científicos —dos de ellos españoles y el laureado con el Nobel estadounidense Andrew Fire— ha hecho un descubrimiento notable dentro del cuerpo humano: una nueva “entidad biológica” situada en el umbral de lo que definimos como vida. Estas entidades, bautizadas como Obeliscos, son incluso más simples que los virus y actúan como agentes infecciosos que parecen colonizar ciertas bacterias presentes en la boca y los intestinos humanos.
Los investigadores han detectado obeliscos en la mitad de las 32 bocas analizadas y en el 7% de las heces de 440 donantes.
Su impacto en la salud humana, ya sea beneficioso o perjudicial, aún es incierto.
Definir a los obeliscos es un desafío: ¿realmente son agentes infecciosos? ¿Cuál es su influencia en los humanos? ¿Podrían tener aplicaciones en medicina? ¿Acaso son restos del origen de la vida en la Tierra? Según Andrew Fire, ganador del Premio Nobel de Medicina en 2006, aún no tenemos respuestas claras a estas preguntas.
Relacionando este descubrimiento con temas en biotecnología, podemos explorar cómo esta nueva entidad biológica podría revolucionar nuestra comprensión de los microorganismos y su papel en la biomedicina.
La posibilidad de que estos obeliscos sean parte de la vida temprana en la Tierra podría abrir una ventana al estudio de la evolución molecular y la biología sintética. Además, la identificación de agentes infecciosos tan fundamentales podría inspirar nuevos tratamientos en medicina regenerativa y terapias antimicrobianas, al igual que profundizar nuestra comprensión sobre la simbiosis y la microbiota humana.
Estos descubrimientos resaltan la importancia de la biotecnología en el avance del conocimiento científico, demostrándonos una vez más que lo microscópico puede tener un impacto gigante en la salud y la evolución de la vida.