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02-Mar-2010, 12:26
La materia no existe.
La distancia entre 2 puntos es teóricamente infinitamente divisible. Y por lo sucedido hasta el momento, no solo teóricamente, sino prácticamente (ya que siempre vamos encontrando componentes más pequeños).
Así, observamos una distancia infinita, como algo finito (y eso es una contradicción desmedida, nunca mejor dicho).
Si no se encuentra algo indivisible, eso significa que el soporte material mínimo e indispensable sobre el que se sustenta la materia que conocemos (“el ladrillo indivisible primordial”), no existe.
Por lo que podríamos concluir, que el soporte atómico del que estamos hechos es infinitamente divisible y por tanto, lo que experimentamos es una especie de “aproximación virtual holográfica probabilística aparente” (que filtrada por nuestros sentidos perceptivos de naturaleza convenientemente atómica, aparentemente resulta ser muy convincente y lo llamamos “materia”).
Pero lo cierto es que con toda seguridad nuestros sentidos nos engañan (y es necesario).
Después de todo, no olvidemos que andamos literalmente entre nubes de electrones. Y que el espacio entre átomos es equivalente al espacio que hay entre estrellas.
Este es el único modo de “anclarse en medio de algo”.
Es decir; estamos tomando automáticamente como referencia estructural la escala atómica (ya que incorporamos componentes atómicos que no cuestionamos), en base a la proyección ejercida por el universo que nos contiene (gracias a programaciones funcionales; leyes axiomatizadas).
Y con ello, es evidente que estamos desechando datos; Todo lo más pequeño que un átomo es un sustrato teórico, y todo lo más grande que un universo es de una condición que se desconoce.
Y “en medido” de eso (puntos teóricos - condición indispensable), nos “colocamos”.
La materia, si existe, verdaderamente nunca la tocamos (debido a fuerzas de atracción/ repulsión y energías).
Las fuerzas y la energía es algo que dada tu naturaleza no entiendes, pero que determina tu funcionamiento. De hecho, si funcionas es porque tu sistema las requiere y las aplica sistemáticamente.
Si yo empequeñeciera a escala que un átomo me pareciera una estrella, lo más probable es que ante mis ojos se hallara un “universo complejo y apabullante como el que conozco tamaño humano” (y evidentemente no vería esos bocetos infantiles que ilustran los libros de texto en forma de “bolitas de colores”).
Pero no parece posible empequeñecer conservando la misma estructura elemental que posees a tamaño “original” (escala de referencia x), porque cada escala de referencia conlleva características de apreciación distintas (Procede consulta; Ref. mec. Cuántica – “Inferencia”).
Imaginemos un cuerpo humano con todos sus componentes celulares. ¿Cómo empequeñecer a tamaño de un átomo para observarlo, si para ver necesitamos un aparatoso sistema ocular conectado neuronalmente y formado por miles de millares de células que son enormemente más gigantescas que los átomos?
Esta imposibilidad es muy conveniente, ya que nos permite disfrutar de esta sensación de “anclaje” sobre un sustrato que parece ser en el fondo, completamente virtual y aparente.
La materia sobre la que se genera nuestro mundo es primordialmente como un dígito (infinitamente divisible, provisto de información, pero sin propiedades claras hasta que se ejerce incidencia; observación mediante herramientas sensitivas).
Y cada sujeto contenido en una escala concreta, y dada sus limitaciones estructurales (que dotan de una capacidad perceptiva distinta), lo vive “a su modo” (y por tanto, lo que “experimentas” es diferente según tus características).
Y así, una célula es como un universo desde el punto de vista de un electrón, y un electrón vive también una compleja realidad desde el punto de vista de estructuras sub-cuánticas que ni siquiera tomamos en consideración y que desconocemos completamente (pero son susceptibles de teorización).
Y un componente teórico deja de serlo, cuando hay herramientas capaces de descodificar esos datos.
¡Una especie de simulación interactiva podría ser donde estamos metidos!
Imaginemos por un instante la idea;
Todo es infinitamente divisible. Si es así, la materia como la entendemos, no existe. Y lo que hay, es un espacio infinito para generar infinidad de proyecciones holográficas, que, según tamaño, estructura y características, se “ordenan” (se perciben) de distinto modo (“recreando una simulación concreta”; y cada uno de nosotros tiene la suya {porque recordemos lo dicho; cada uno de nosotros viaja a “su tiempo”}).
Si las simulaciones son muy similares, necesariamente comparten un flujo temporal parecido (y la suma de todas ellas “conforman” una realidad de vida más o menos compartida en mayor o menor grado). Gracias e este proceder “conviven” (interactúan) distintas realidades solapadas; realidad atómica, realidad humana, realidad galáctica, realidad universal…
Es más; Cada uno de nosotros vive “su única y peculiar realidad”.
Yo no formo parte de casi la totalidad de realidades que simultáneamente funcionan en mi planeta (porque muy pocos humanos tienen conocimiento de mí). Pero mi “realidad” no está mal (contiene un desparrame tal de información, que no doy abasto a procesar). Cuando quedo con un amigo (compartimos realidades afines que han interaccionado), a veces me siento como un viajero cósmico del tiempo y pienso;
“Parece mentira que nos volvamos a ver. ¿Qué me cuentas? (e intercambiamos datos)”.
Si admitimos que la materia no existe, todo se reduce a campos de fuerza-energía que generan una cohorte de partículas holográficas que se ordenan según inferencias.
Simulaciones hay por tanto infinitas. Y percepciones, también.
Porque veamos;
Cuando teníamos 2 sentidos biológicos... ¿Qué existencia experimentábamos?
Cuando pasamos a 4... ¿Formábamos parte de la misma simulación o ya entramos en otra?
Con nuestros sentidos perceptivos actuales... ¿Estamos experimentando “la verdadera existencia”?
Y cuando tengamos más sentidos (razones para lo contrario, no hay), ¿Qué tipo de existencia experimentaremos?
¿Cuál es entonces, la percepción idónea?;
1 sentido, 2, sentidos, 3 sentidos, 4 sentidos, 5, sentidos, 6 sentidos, 9 sentidos, 50 sentidos, 1000 sentidos, un millón de sentidos, infinitos sentidos...
A escalas de realidad que nos sobrepasan por completo, podríamos ser “percibidos” como percibimos nosotros un cáncer. O incluso, ni ser tomados en consideración (como si no existiéramos).
Del mismo modo, y a nuestra escala, nosotros nos enteramos solamente de “un pedacito de lo que verdaderamente hay”.
Deberíamos considerar hasta que punto la teoría de universos paralelos puede ser cierta, y nosotros estamos metidos en uno en concreto (que en realidad es una mera “probabilidad”; es decir, que responderíamos a un comportamiento cuántico, pero sin percatarnos de eso y considerando empecinadamente que solo existe “nuestra realidad” {ignorando completamente las otras}). ¿Acaso todavía hay humanos que piensen que todo lo que desconocemos sencillamente no existe?
Lo que digo solo parece cobrar sentido desde una perspectiva ajena a la humana.
Si el multiverso existe (hay infinidad de universos), podríamos estar ubicados, metafóricamente hablando, en una motita de arena más de las que hay en una playa descomunal (y evidentemente no todo debe ser necesariamente arena ni playas).
Yo pienso que el conocimiento químico y físico que tenemos actualmente es distinto del que teníamos 10000 años atrás. Y de la misma forma deduzco, que el que tendremos dentro de 10000 años más, será completamente diferente al actual. Tendimos a pensar que ya hemos llegado al cenit de conocimiento en cuanto a lo más elemental, pero consultando nuestra base de datos histórica, la suposición más acertada debería ser lo contrario.
Para empezar, tenemos una tabla periódica que se ha ido ensanchando con el tiempo (y probablemente seguirá haciéndolo). Se trata de considerar, por ejemplo, si los elementos conocidos actualmente son los únicos que existen y pueden darse (y tenemos en ese sentido un amplio camino por recorrer, simplemente porque la mayor parte de la materia que supuestamente existe en nuestro universo, que no el único, es materia oscura; y no responde a nuestro conocimiento ni capacidad de estudio actual).
Aunque otra interpretación podría ser que la materia y energía oscura son la demostración que nuestro universo se encuentra en contacto (o solapado), con otros universos de naturaleza distinta (y que no comprendemos los “puentes” de contacto entre ellos, en caso de tenerlos; puede que los agujeros negros nos den algunas respuestas al respecto).
:raro:
La distancia entre 2 puntos es teóricamente infinitamente divisible. Y por lo sucedido hasta el momento, no solo teóricamente, sino prácticamente (ya que siempre vamos encontrando componentes más pequeños).
Así, observamos una distancia infinita, como algo finito (y eso es una contradicción desmedida, nunca mejor dicho).
Si no se encuentra algo indivisible, eso significa que el soporte material mínimo e indispensable sobre el que se sustenta la materia que conocemos (“el ladrillo indivisible primordial”), no existe.
Por lo que podríamos concluir, que el soporte atómico del que estamos hechos es infinitamente divisible y por tanto, lo que experimentamos es una especie de “aproximación virtual holográfica probabilística aparente” (que filtrada por nuestros sentidos perceptivos de naturaleza convenientemente atómica, aparentemente resulta ser muy convincente y lo llamamos “materia”).
Pero lo cierto es que con toda seguridad nuestros sentidos nos engañan (y es necesario).
Después de todo, no olvidemos que andamos literalmente entre nubes de electrones. Y que el espacio entre átomos es equivalente al espacio que hay entre estrellas.
Este es el único modo de “anclarse en medio de algo”.
Es decir; estamos tomando automáticamente como referencia estructural la escala atómica (ya que incorporamos componentes atómicos que no cuestionamos), en base a la proyección ejercida por el universo que nos contiene (gracias a programaciones funcionales; leyes axiomatizadas).
Y con ello, es evidente que estamos desechando datos; Todo lo más pequeño que un átomo es un sustrato teórico, y todo lo más grande que un universo es de una condición que se desconoce.
Y “en medido” de eso (puntos teóricos - condición indispensable), nos “colocamos”.
La materia, si existe, verdaderamente nunca la tocamos (debido a fuerzas de atracción/ repulsión y energías).
Las fuerzas y la energía es algo que dada tu naturaleza no entiendes, pero que determina tu funcionamiento. De hecho, si funcionas es porque tu sistema las requiere y las aplica sistemáticamente.
Si yo empequeñeciera a escala que un átomo me pareciera una estrella, lo más probable es que ante mis ojos se hallara un “universo complejo y apabullante como el que conozco tamaño humano” (y evidentemente no vería esos bocetos infantiles que ilustran los libros de texto en forma de “bolitas de colores”).
Pero no parece posible empequeñecer conservando la misma estructura elemental que posees a tamaño “original” (escala de referencia x), porque cada escala de referencia conlleva características de apreciación distintas (Procede consulta; Ref. mec. Cuántica – “Inferencia”).
Imaginemos un cuerpo humano con todos sus componentes celulares. ¿Cómo empequeñecer a tamaño de un átomo para observarlo, si para ver necesitamos un aparatoso sistema ocular conectado neuronalmente y formado por miles de millares de células que son enormemente más gigantescas que los átomos?
Esta imposibilidad es muy conveniente, ya que nos permite disfrutar de esta sensación de “anclaje” sobre un sustrato que parece ser en el fondo, completamente virtual y aparente.
La materia sobre la que se genera nuestro mundo es primordialmente como un dígito (infinitamente divisible, provisto de información, pero sin propiedades claras hasta que se ejerce incidencia; observación mediante herramientas sensitivas).
Y cada sujeto contenido en una escala concreta, y dada sus limitaciones estructurales (que dotan de una capacidad perceptiva distinta), lo vive “a su modo” (y por tanto, lo que “experimentas” es diferente según tus características).
Y así, una célula es como un universo desde el punto de vista de un electrón, y un electrón vive también una compleja realidad desde el punto de vista de estructuras sub-cuánticas que ni siquiera tomamos en consideración y que desconocemos completamente (pero son susceptibles de teorización).
Y un componente teórico deja de serlo, cuando hay herramientas capaces de descodificar esos datos.
¡Una especie de simulación interactiva podría ser donde estamos metidos!
Imaginemos por un instante la idea;
Todo es infinitamente divisible. Si es así, la materia como la entendemos, no existe. Y lo que hay, es un espacio infinito para generar infinidad de proyecciones holográficas, que, según tamaño, estructura y características, se “ordenan” (se perciben) de distinto modo (“recreando una simulación concreta”; y cada uno de nosotros tiene la suya {porque recordemos lo dicho; cada uno de nosotros viaja a “su tiempo”}).
Si las simulaciones son muy similares, necesariamente comparten un flujo temporal parecido (y la suma de todas ellas “conforman” una realidad de vida más o menos compartida en mayor o menor grado). Gracias e este proceder “conviven” (interactúan) distintas realidades solapadas; realidad atómica, realidad humana, realidad galáctica, realidad universal…
Es más; Cada uno de nosotros vive “su única y peculiar realidad”.
Yo no formo parte de casi la totalidad de realidades que simultáneamente funcionan en mi planeta (porque muy pocos humanos tienen conocimiento de mí). Pero mi “realidad” no está mal (contiene un desparrame tal de información, que no doy abasto a procesar). Cuando quedo con un amigo (compartimos realidades afines que han interaccionado), a veces me siento como un viajero cósmico del tiempo y pienso;
“Parece mentira que nos volvamos a ver. ¿Qué me cuentas? (e intercambiamos datos)”.
Si admitimos que la materia no existe, todo se reduce a campos de fuerza-energía que generan una cohorte de partículas holográficas que se ordenan según inferencias.
Simulaciones hay por tanto infinitas. Y percepciones, también.
Porque veamos;
Cuando teníamos 2 sentidos biológicos... ¿Qué existencia experimentábamos?
Cuando pasamos a 4... ¿Formábamos parte de la misma simulación o ya entramos en otra?
Con nuestros sentidos perceptivos actuales... ¿Estamos experimentando “la verdadera existencia”?
Y cuando tengamos más sentidos (razones para lo contrario, no hay), ¿Qué tipo de existencia experimentaremos?
¿Cuál es entonces, la percepción idónea?;
1 sentido, 2, sentidos, 3 sentidos, 4 sentidos, 5, sentidos, 6 sentidos, 9 sentidos, 50 sentidos, 1000 sentidos, un millón de sentidos, infinitos sentidos...
A escalas de realidad que nos sobrepasan por completo, podríamos ser “percibidos” como percibimos nosotros un cáncer. O incluso, ni ser tomados en consideración (como si no existiéramos).
Del mismo modo, y a nuestra escala, nosotros nos enteramos solamente de “un pedacito de lo que verdaderamente hay”.
Deberíamos considerar hasta que punto la teoría de universos paralelos puede ser cierta, y nosotros estamos metidos en uno en concreto (que en realidad es una mera “probabilidad”; es decir, que responderíamos a un comportamiento cuántico, pero sin percatarnos de eso y considerando empecinadamente que solo existe “nuestra realidad” {ignorando completamente las otras}). ¿Acaso todavía hay humanos que piensen que todo lo que desconocemos sencillamente no existe?
Lo que digo solo parece cobrar sentido desde una perspectiva ajena a la humana.
Si el multiverso existe (hay infinidad de universos), podríamos estar ubicados, metafóricamente hablando, en una motita de arena más de las que hay en una playa descomunal (y evidentemente no todo debe ser necesariamente arena ni playas).
Yo pienso que el conocimiento químico y físico que tenemos actualmente es distinto del que teníamos 10000 años atrás. Y de la misma forma deduzco, que el que tendremos dentro de 10000 años más, será completamente diferente al actual. Tendimos a pensar que ya hemos llegado al cenit de conocimiento en cuanto a lo más elemental, pero consultando nuestra base de datos histórica, la suposición más acertada debería ser lo contrario.
Para empezar, tenemos una tabla periódica que se ha ido ensanchando con el tiempo (y probablemente seguirá haciéndolo). Se trata de considerar, por ejemplo, si los elementos conocidos actualmente son los únicos que existen y pueden darse (y tenemos en ese sentido un amplio camino por recorrer, simplemente porque la mayor parte de la materia que supuestamente existe en nuestro universo, que no el único, es materia oscura; y no responde a nuestro conocimiento ni capacidad de estudio actual).
Aunque otra interpretación podría ser que la materia y energía oscura son la demostración que nuestro universo se encuentra en contacto (o solapado), con otros universos de naturaleza distinta (y que no comprendemos los “puentes” de contacto entre ellos, en caso de tenerlos; puede que los agujeros negros nos den algunas respuestas al respecto).
:raro: