anton3z3
11-Feb-2017, 04:09
Se ha hablado mucho sobre la religión y sus efectos, pero a dia de hoy y con los estudios científicos en la mano, podemos afirmar una serie de factores y condicionantes que gusten o dejen de gustar son un hecho.
El mas reciente de estos estudios viene de un grupo de científicos de la universidad de Utah, y parece que Karl Marx no andaba muy desencaminado alla por 1844 cuando dijo su celebre cita: “La religión es el opio del pueblo”. Según los datos obtenidos al monitorear la actividad cerebral de un grupo de mormones devotos, cuando estos realizaban tareas o tenían pensamientos de índole espiritual, sus centros de recompensa se activaban de manera similar que al consumir drogas, tener sexo, escuchar música o jugar. Mas concretamente el estimulo se detecto en el núcleo accumbens, que controla la adicción y tiene un relevante papel en la liberación de dopamina. También se constato actividad en la corteza prefrontal medial, asociada a tareas como valoración, juicio y razonamiento moral, junto a otras partes del cerebro que regulan la atención enfocada.
Hasta aquí el tema es claro o al menos lo parece: el cerebro se beneficia de las practicas religiosas. Pero ocurre que según las investigaciones a largo plazo esto no es precisamente así, éstas han puesto de manifiesto tras un exhaustivo examen de personas que han llevado una vida fervientemente religiosa y otras completamente ateas, que las primeras no solo no pueden manejar siempre los niveles de estrés y ansiedad amparados en sus creencias, sino que estas mismas creencias les pueden generar mas estrés y ansiedad. Esto hace que a la larga se produzcan atrofias en el hipocampo, estructura de la corteza cerebral relacionada con las emociones y la memoria, y ha sido puesto de manifiesto en el estudio que se le realizo a 268 personas mayores de 58 años por parte de los investigadores de la universidad de Duke (Carolina del Norte, EEUU), acusando ademas una reducción de volumen cerebral respecto a los no religiosos, que era mas evidente en individuos que habían tenido alguna experiencia religiosa especialmente impactante, como un “reencuentro con Dios” lo que en ingles se denomina “born again”, algo así como sentirse fuertemente motivado y hasta “iluminado” para volver a creer.
Y por si esto fuera poco, los psicólogos de las universidades de Rochester y Northeastern, tras analizar 63 estudios psicológicos, han llegado a la conclusión de que los creyentes tienen menos capacidad de razonamiento que los ateos. Según palabras de los propios doctores “son menos inteligentes”, entendiendo por inteligencia: capacidad de razonar, planear, resolver problemas, pensar de forma abstracta, comprender ideas complejas, aprender rápido y aprender de la experiencia.
Como en todo, no habrá regla sin excepción, pero estos son los datos que maneja el colectivo científico.
El mas reciente de estos estudios viene de un grupo de científicos de la universidad de Utah, y parece que Karl Marx no andaba muy desencaminado alla por 1844 cuando dijo su celebre cita: “La religión es el opio del pueblo”. Según los datos obtenidos al monitorear la actividad cerebral de un grupo de mormones devotos, cuando estos realizaban tareas o tenían pensamientos de índole espiritual, sus centros de recompensa se activaban de manera similar que al consumir drogas, tener sexo, escuchar música o jugar. Mas concretamente el estimulo se detecto en el núcleo accumbens, que controla la adicción y tiene un relevante papel en la liberación de dopamina. También se constato actividad en la corteza prefrontal medial, asociada a tareas como valoración, juicio y razonamiento moral, junto a otras partes del cerebro que regulan la atención enfocada.
Hasta aquí el tema es claro o al menos lo parece: el cerebro se beneficia de las practicas religiosas. Pero ocurre que según las investigaciones a largo plazo esto no es precisamente así, éstas han puesto de manifiesto tras un exhaustivo examen de personas que han llevado una vida fervientemente religiosa y otras completamente ateas, que las primeras no solo no pueden manejar siempre los niveles de estrés y ansiedad amparados en sus creencias, sino que estas mismas creencias les pueden generar mas estrés y ansiedad. Esto hace que a la larga se produzcan atrofias en el hipocampo, estructura de la corteza cerebral relacionada con las emociones y la memoria, y ha sido puesto de manifiesto en el estudio que se le realizo a 268 personas mayores de 58 años por parte de los investigadores de la universidad de Duke (Carolina del Norte, EEUU), acusando ademas una reducción de volumen cerebral respecto a los no religiosos, que era mas evidente en individuos que habían tenido alguna experiencia religiosa especialmente impactante, como un “reencuentro con Dios” lo que en ingles se denomina “born again”, algo así como sentirse fuertemente motivado y hasta “iluminado” para volver a creer.
Y por si esto fuera poco, los psicólogos de las universidades de Rochester y Northeastern, tras analizar 63 estudios psicológicos, han llegado a la conclusión de que los creyentes tienen menos capacidad de razonamiento que los ateos. Según palabras de los propios doctores “son menos inteligentes”, entendiendo por inteligencia: capacidad de razonar, planear, resolver problemas, pensar de forma abstracta, comprender ideas complejas, aprender rápido y aprender de la experiencia.
Como en todo, no habrá regla sin excepción, pero estos son los datos que maneja el colectivo científico.