Blasero1
27-Oct-2015, 01:44
"En la Era que he nacido, la Humanidad ya habita las estrellas. Gracias al progreso de la tecnología y una duradera etapa de paz entre Naciones, los seres humanos emigraron de las tecnificadas metrópolis, granjas o cultivos automatizados del campo hacia los planetas del Sistema Solar. Generalmente, incentivados por las ventajas que ofrecían las Colonias extraterrestres o los suculentos sueldos de las Corporaciones Mineras en los diferentes satélites. La terraformacion hizo habitables algunos de ellos, también. Ciencia y medicina progresaron al mismo tiempo hasta alcanzar logros excepcionales que trascendieron al transhumano. Las naves espaciales estuvieron al alcance de cualquier bolsillo y algunos ciudadanos de clase media se embarcaron en la exploración espacial, fuera del Sistema Solar.
Mi padre fue uno de ellos.
Aunque en realidad no es mi padre porque soy yo mismo.
A pesar de que mi nave interestelar lleva motores de neutrinos, para el basto infinito es irrelevante. Después de veinte años de criogenia mi "padre" alcanzó un planeta extrasolar. Pero no fue el primero. Los buques galácticos de la Corporaciones llegaron mucho antes, ya que utilizaban tecnología más cara y avanzada, reclamando los recursos mineros y arancel a todo el que quisiera atracar en el puerto espacial.
Para poder rentabilizar los viajes y reclamar futuros yacimientos, mi "padre" debería llegar más lejos. Antes que los demás. Sin embargo, carecía de recursos o patrocinador.
Durante toda su vida trabajó de médico especialista en implantes de robótica en el hospital de La Paz hasta la jubilación. E invirtió tanto el plan de pensiones como ahorros en el sueño de toda su vida, ser explorador espacial. Ya que jamás tuvo pareja estable, hijos ni echó raíces en Madrid. La nave espacial, Aurora, de última generación, partió del aeropuerto de Barajas en la fecha 2115 con un solo tripulante humano, "padre", con tres androides y dos robots multifuncion de apoyo, acoplados en el fuselaje de las alas. Un androide desempeñaba funciones médicas en la sala equipada para ello. Otro era el copiloto. El tercero estaba al cargo del mantenimiento de todos los sistemas operativos y reparación.
Después de despertar del letargo inducido tras veinte años de travesía cósmica y el fiasco del primer planeta extrasolar, conquistado por la Corporación Minera, su tiempo de vida se agotaba, pues ya cumplía los ciento veinte años de edad. Entonces se decidió gastar los créditos restantes en mejorar el equipamiento de la nave, a los androides y comprar la Cápsula experimental de Clonación al joven científico que conoció en el módulo de la cantina durante su estancia en la Colonia de mineros.
En su lecho de muerte y rodeado por los únicos amigos, los androides, la jeringa robot de la Cápsula le extrajo una célula al poco de partir hacia otro destino inexplorado, a la edad de ciento veintiún años. Gracias a la ingeniería genética, la célula rejuvenecida y modificada, empezó a multiplicarse y desarrollar el futuro embrión, coincidiendo con el momento del fallecimiento del anciano de blancos cabellos. Así, comenzó la primera generación Clon. El cuerpo del difunto fue lanzado al espacio como última voluntad. En cuanto el feto creció lo suficiente dentro de la gran probeta cristalina, se procedió al comienzo de la transferencia neuronal. La consciencia de "padre". El nuevo ser humano estuvo sumergido en el líquido hasta los nueve años, edad a la que fue despertado por el androide médico.
A lo largo de su vida, el Clon número uno llegó también tarde a otros planetas y asteroides descubiertos por la Corporación. Al número dos le ocurrió lo mismo, siempre por detrás de las Multinacionales. Asimismo, al tercero y cuarto. El quinto y sexto. Sumando los años de vida más el tiempo en estado de criogenia, fue el doceavo el primero en conquistar un planeta inexplorado".
CLON 13
-¿Qué datos transmite la sonda de exploración? -solicitó al copiloto androide.
-Los resultados son esperanzadores. El tamaño es similar a la Luna de la Tierra. Órbita un planeta mayor, compuesto de tormentas de gases, sin interés alguno. La estrella de este sistema solar hace del hallazgo un vergel de exuberante flora y fauna. La atmósfera es respirable para ti. Sin signos aparentes de vida inteligente, construcciones alienígena o ruinas alguna -respondía.
-Sala de máquinas ¿me escucha?
-Adelante -contestaba el androide de mantenimiento.
-Saltaremos al hiperespacio con los motores a plena potencia para alcanzar el destino lo antes posible ¿de acuerdo?
-Recibido...
-Voy a la sala médica -informó a su compañero artificial-. Te dejo al cargo del viaje.
El joven Clon 13, de quince años de edad, abandonó la cabina por la compuerta que se abrió sola. Caminó el corredor blaquecino y por un momento se detuvo a contemplar los fabulosos colores del agujero de gusano por las ventanillas, antes de llegar a la compuerta del habitáculo. Allí le esperaba la doctora.
-Buenos días, doc -saludo a la máquina con cabeza de platillo luminoso. Supo que era de día por el reloj de la muñeca, en hora con la Tierra. Tan distante y desconocida. Sólo sabía de ella por los documentales, programas y películas que vio hasta la saciedad, ya que desde hacía mucho tiempo había perdido cualquier contacto con los enclaves humanos.
-Buenos días, 13.
-¿Cómo van las reservas de alimento y agua? -planteó- ¿Y de los hallazgos minerales u orgánicos podemos aprovechar algo?
-Las muestras que consiguieron los robots de apoyo han sido muy útiles. Con los nuevos metales mejoraremos la eficiencia de la electrónica, circuitos y mecánica de los Motores. Las semillas que hemos ido recogiendo de los diferentes planetas pronto germinan alimentos de mayor valor nutricional que las papillas. Los invernaderos de cultivo funcionan con normalidad. Pero..
-¿Pero... qué?
-El problema eres tú...
-La Cápsula de Clonacion ya no puede regenerar más células. Tu tiempo se acerca al final. Otro Clon joven ya no es posible. El programa de ingeniería genética ha quedado obsoleto.
13 se quedó pensativo, sin decir palabras. Después de trece vidas, esta era la última. Le pilló por sorpresa pues jamás había pensado en el fallo de la cápsula. No tenía medio para salucionarlo. Incluso estaba fuera del conocimiento de la I. A. médico.
-"Un minuto para salir del hiperespacio" -escuchó por megafonia.
-Voy a preparar el traje de astronauta -dijo, antes de marcharse sin contestar a la cuestión.
Pasó de largo los diferentes habitáculos hasta que descendió por las escalerillas de metal a la entreplanta. En el almacén vistió el traje, aún conmocionado. Luego fue al pequeño hangar anexo y ocupó el asiento del piloto del robot transformable. Tras cerrar el cristal de la cabina encendió los sistemas, apareciendo las pantallas y relojes del cuadro instrumental. Sujetó las palancas de mando al mismo tiempo que se abrió el fuselaje de la panza cerámica y esperó a la luz verde de la baliza. El robot cayó a la atmósfera del pequeño astro perseguido al momento por los otros dos desacoplados de las alas de la nave nodriza, ante la magnificencia del gigantesco planeta gaseoso.
El robot de 13 se convirtió en una aeronave para posicionarse de forma correcta y atravesar las capas altas, como también lo hicieron las otras dos máquinas de apoyo, reduciendo la fricción al mínimo, mientras Aurora permanecía en órbita por seguridad. Sobrevolando la cordillera de bosques marcianos, recuperaron la forma de robots de combate. Se abrieron en abanico para rastrear más terreno, con ayuda de Aurora desde el espacio. Y pronto dio resultado al encontrar edificaciones piramidales en la espesa jungla. Los robots de apoyo se adelantaron para comprobar la zona. A continuación, llegó 13 y aterrizó en la plaza de laborioso empedrado, poco después de recibir el visto bueno. Enfundó el arma de energía. El lugar estaba aparentemente abandonado. Los sensores no registraban forma de vida inteligente alguna. Se percató entonces de la extraña antena que escondía la vegetación cercana.
-¿Uno, que encuentras? -así llamaba al androide copiloto.
-No hay rastro de los habitantes -respondía la voz metálica.
-¿Y de la antena?
-Los datos no llegan debido a las interferencias electromagnéticas. Lo deberías comprobar visualmente.
-De acuerdo.
El robot de 13 se artículo y dobló la rodilla, dejando el cuerpo muy cerca del suelo. Se desarmaron las corazas para descubrir la cabina. Una vez abierto el cristal, 13 se quitaba los cinturones de seguridad y abandonaba el asiento. El visor del casco verificó la composición respirable del aire. El Clon se levantó la visera sin dudar.
-4, explora el entorno -así se refería al robot de apoyo que esperaba órdenes.
-5, registra las pirámides.
El joven Clon anduvo hasta llegar a la peculiar antena de material translúcido. Cuando estuvo enfrente de ésta, la observó minuciosamente, grabando las imágenes a la vez. Se dio cuenta de que a su altura había un panel apagado y dos especies de electrodos enfrentados en la estructura tubular. Los filamentos dejaban espacio entre ellos como si pudieran sujetar alguna pieza desaparecida. Las elucubraciones fueron interrumpidas por el mensaje de 5. Se dirigió presto a la pirámide. Allí, el robot custodiaba la entrada cuando el dron volador salía del interior para acoplarse de nuevo al cuerpo de éste.
-Veamos... -se dijo.
El astro solar empezó a esconderse en las montañas del horizonte. 13 tuvo que encender la linterna antes de entrar. Pronto descubría los huesos alienígenas tumbados en los nichos de las paredes, gobernados por el sarcófago de labrada y policromada madera el centro de la sala. Carecía de la tapa. Descansaban los restos del sacerdote, fácilmente reconocible por su túnica dorada, joyas y adornos. Sostenía con los huesudos dedos una esfera brillante, con dos pequeños orificios en el eje central. Había royos de papiros en la estanterías de piedras. Lingotes de metales. Sacas deshilachadas. Vasijas de semillas y tarros de arcilla con ungüentos o líquidos.
-Por lo visto, aquí está toda la comunidad. Un momento... quizá... podría ser la pieza que falta. No entiendo entonces el sentido de la antena...
13, sin pensarlo dos veces, arrebató la esfera al cadáver extraterrestre y marchó de la gran pirámide. Pero justo cuando estaba a punto de tomar asiento en su robot, no pudo evitar preguntarse la cuestión en voz alta.
-¿Y si la pusiera en su lugar? ¡No! -contestó a la insensatez de sus actos-. A lo mejor es una nueva fuente de energía para Aurora -continuó elucubrando. La curiosidad humana del joven Clon no le permitía razonar con claridad-. Número 1, aterriza a Aurora en la explanada próxima, es lo suficientemente grande para ello. Necesito que número 2 supervise la mercancía en la pirámide antes de llevar algo ¿entendido?
Minutos más tarde la nave interestelar ocupaba el sitio indicado. Los brazos hidráulicos del tren de aterrizaje aún se flexionaban cuando de la panza bajó la rampa de carga. Los motores resplandecientes se fueron apagando con el silbido característico. El androide médico descendió acompañado por chorros de vapor. Caminó hasta llegar junto a 13 que esperaba en el umbral de la puerta piramidal, sujetando la esfera.
-Examina todos los objetos del inmueble, incluso éste -ordenó-. Estoy muy interesado en la esfera. Sólo llevaremos los de valor. El resto se queda en su sitio. La antena no nos interesa porque sea para lo que sea, seguiremos nuestro camino.
-De acuerdo -respondía-. Para un análisis más completo deberé llevar muestras al laboratorio de Aurora. Por supuesto, tras pasar por la cámara de descontaminación. Tendrás el informe por la mañana, como pronto.
13 pasó el hermoso atardecer explorando las edificaciones que rodeaban la plaza empedrada, acompañado por los cánticos de las aves y ruidos de los animales nocturnos. Documentó cada pirámide cubierta de vegetación, deshabitada, de mobiliario marmóreo. Muy austero y funcional. Lechos con pieles bajo los tragaluces. Cocina y calefacción tubular situada en el centro de la sala, de piedra pulida, alimentado por combustible fósiles. Todas idéntica. Salvo la ceremonial. Mejor decorada, con grabados y signos extraterrestres. Una vez que hubo terminado, el rugir del estómago le recordó que era hora de cenar. Ordenó a su robot transformable que volviera al hangar y los otros dos de apoyo establecieron el perímetro de seguridad, aunque no hubiera depredadores o peligro cercano. 13 regresó a Aurora. Después de pasar por la cámara de esterilización, quitarse el traje en el almacén, fue a visitar al androide de mantenimiento que revisaba el panel de mando del Motor principal y secundarios de neutrinos. Cenó solo en el habitáculo del comedor pues el copiloto estaba enchufado al conector de recarga que le hacía funcionar. Se hizo de madrugada cuando el androide médico había terminado el informe y ocupó su cargador, también. Por entonces, 13 estaba tumbado en su litera. Desvelado porque cenó mucho. Quizás, por la emoción del hallazgo. Dio vueltas hasta que por fin pudo conciliar el sueño.
Aunque hubiera sido mejor no dormir ya que tuvo una terrible pesadilla...
...era sonámbulo...
Abandonó su habitación y caminó dormido por Aurora. Después de llegar a la sala médica, tomaba la esfera de la pequeña cámara acorazada junto al Laboratorio. Tras deambular por las diferentes secciones y entreplantas con los androides aún en estado de letargo en los conectores, se detuvo enfrente de la compuerta de salida. Descendió la rampa de la nave para caminar por las oscuras calles del poblado alienígena, apenas iluminado por la luna blanquecina. Llegó a la antena y colocó la esfera en su sitio. La fluctuación de energía azul se extendió por toda la estructura e hizo funcionar el panel de mando, apareciendo signos marcianos en la pantalla. Las turbulencias dentro de la esfera se agitaban y emitían un zumbido agudo cuando el suelo empezó a temblar. Salió huyendo de allí. El terremoto le hizo tambalear hasta que perdió el equilibrio y calló de bruces. De pronto, la antena de luz brillante comenzó a ganar altura a medida que emergía del suelo una gigantesca máquina viviente. Desde la distancia pudo observar como la nave alienígena, de fuselaje violeta con reminiscencias doradas, se agitaba, sacudiendo los estratos de tierra y rocas de encima, alzó la cabina puntiaguda al cielo emitiendo sonidos aterradores semejantes a los de una bestia. Se arrastró igual que un reptil, utilizando las múltiples alas a modo de patas y olisqueando la zona a la vez. Se detuvo en en sitio, mirando a Aurora, sin prestar atención al joven clon en pijama que era testigo de los acontecimientos. La máquina extraterrestre movía la cola de corazas metálicas. Emprendió la carrera en la misma dirección y saltó sobre ésta. Pero no la aplastó. Sino que momentos previos a caer se deshacía como una masa líquida encima. Envolviendo a Aurora lentamente. La fue engullendo por completo. Súbitamente, el suelo se abrió bajo los pies de 13 y sin poder hacer nada cayó en la oscuridad de la fisura...
-¡No! -gritó aterrado, revolviendo la litera. Poco a poco despertaba del sueño-. Todo ha sido una pesadilla... Sin embargo, algo no anda bien -se dijo, a medida que recuperaba la visión-. Esta sala, tan familiar, se me hace extraña.
-Buenos dias 13 -le saludó el androide médico-. Te encontramos de madruga, sin conocimiento en mitad de la plaza de mosaicos -Pero el joven clon recostado en la litera no respondía-. Llevas dos días durmiendo.
No reconocía a aquella presencia. Si, era la voz metálica, aunque más suave y femenina. Asimismo, el cuerpo de la máquina con I. A. había cambiado. Estaba fundido con metal violeta de reminiscencias doradas cuya metamorfosis le hizo por completo humanoide, muy semejante a la mujer humana. Ya no era un androide. Ahora era otro ser. Enseguida, comprendía que no había soñado. Porque todo alrededor estaba transformado por el mismo extraño material, observando sin palabras su habitáculo, tan familiar y desconocido al mismo tiempo.
-¿Qué significa todo esto?
En aquel momento aparecían en el umbral de la puerta los otros dos androides. La metamorfosis fue radical en ellos. El aspecto era amenazador.
-Estamos en el hiperespacio -clavó su mirada felina en él. Con cada palabra el movimiento de la mandíbula afilada y ancha dejó ver los puntiagudos dientes metálicos de las fauces.
-Rumbo a casa -habló el otro, de complexión musculosa y garras plateadas.
-¿Casa...? -preguntó 13.
-Hace muchos siglos nuestra nave interestelar tuvo una desafortunada avería y nos vimos obligados a aterrizar de emergencia en aquel planeta de junglas. No la pudimos reparar. Nos adaptamos al lugar y construimos las pirámides con la esperanza de que la señal de emergencia llegara a mis congéneres. Pero jamás llegó a suceder -narró el humanoide femenino-. Cuando falleció el último de nosotros, el Guía espiritual se hizo cargo del corazón de la nave durmiente, la esfera de energía.
-¡Esta es mi nave y ha sido mi hogar durante generaciones! -dijo por fin 13-. ¿Que derecho tenéis a decidir sobre ella?
-El derecho que nos da la fuerza y poder beber tu sangre aquí mismo hasta dejarte seco -advirtió una de las monstruosas figuras que aguardaba en el umbral mientras la otra mostraba los afilados colmillos.
-Tres almas del poblado fueron absorbidas por la esfera para que algún día pudieran despertar en otros seres y reclamar a nuestros difuntos -se adelantó la humanoide-. La nave malherida también volvió a la vida y engulló a la tuya para poder cruzar las estrellas hacia la nebulosa dorada.
-En nuestra civilización no hay sitio para él -interrumpía uno de los alienígenas.
-Cierto ¡Mejor devorarlo ahora!
-¡No te atrevas a atacarle! -les gritó el humanoide femenino.
-Quizás haya que matarte a ti tambien.
-Sí hay cualquier acto de hostilidad, procederá la inmolación de mi cuerpo ¿ha quedado claro...? Y eso significa que la nave estallará igualmente -una luz roja comenzó a parpadear en el pecho.
Las figuras monstruosas desapacieron del umbral murmurando en lenguaje marciano.
-No los podré retener mucho tiempo. Pronto encontrarán la forma de desactivar el protocolo de emergencia e irán a por ti.
-Gracias. Tengo armas. Si me ayudarás les podríamos derrotar.
-No lo entiendes. No sirven contra ellos. Ni siquiera les haría rasguños en la piel...
-¿Entonces... ?
-Debes abandonar la nave.
-¡Moriría a la deriva en el espacio!
De repente, la luz del pecho se volvía verde. El humanoide femenino de forma violenta agarró la mandíbula de 13 y le obligó a abrir la boca. El metal líquido, violeta con reminiscencias doradas, fue abandonado el huésped primario para introducirse por la boca del joven Clon que luchaba por resistirse. El androide médico cayó desplomado al suelo cuando terminó de pasar el fluido por la garganta de 13. Entraron las dos figuras monstruosas en la habitación al mismo tiempo que el joven yacía en el piso, sujetando el cuello con las manos y retorciéndose con espasmos. No le atacaron entonces. Al contrario. Cuando 13 al poco estuvo recuperado, le acompañaron por los pasillos reconvertidos hasta llegar al almacén de estructuras superpuestas. Sellada la cámara de descompresión, se abrió la compuerta y apareció la nebulosa dorada ante ellos. 13 no tuvo miedo sino paz infinita como las estrellas que había recorrido. En aquel momento vino a su mente la añoranza del tiempo pasado. El álbum de fotos de los demás clones que habitaron la nave y viajaron sin descanso. Los recuerdos de otras vidas hasta él.
-La Tierra... -susurró, saltando al vacío. El rastro de partículas brillantes de la nave interestelar y alienígena, al instante desapreció de su vista.
Flotaba en el espacio, sólo vestido con el pijama. Se miró las manos metálicas de reflejos violetas y con el deseo de regresar al hogar trazó una figura con el dedo índice incandescente delante de él. El círculo después de resplandecer mostraba el planeta Tierra del otro lado.
Mi padre fue uno de ellos.
Aunque en realidad no es mi padre porque soy yo mismo.
A pesar de que mi nave interestelar lleva motores de neutrinos, para el basto infinito es irrelevante. Después de veinte años de criogenia mi "padre" alcanzó un planeta extrasolar. Pero no fue el primero. Los buques galácticos de la Corporaciones llegaron mucho antes, ya que utilizaban tecnología más cara y avanzada, reclamando los recursos mineros y arancel a todo el que quisiera atracar en el puerto espacial.
Para poder rentabilizar los viajes y reclamar futuros yacimientos, mi "padre" debería llegar más lejos. Antes que los demás. Sin embargo, carecía de recursos o patrocinador.
Durante toda su vida trabajó de médico especialista en implantes de robótica en el hospital de La Paz hasta la jubilación. E invirtió tanto el plan de pensiones como ahorros en el sueño de toda su vida, ser explorador espacial. Ya que jamás tuvo pareja estable, hijos ni echó raíces en Madrid. La nave espacial, Aurora, de última generación, partió del aeropuerto de Barajas en la fecha 2115 con un solo tripulante humano, "padre", con tres androides y dos robots multifuncion de apoyo, acoplados en el fuselaje de las alas. Un androide desempeñaba funciones médicas en la sala equipada para ello. Otro era el copiloto. El tercero estaba al cargo del mantenimiento de todos los sistemas operativos y reparación.
Después de despertar del letargo inducido tras veinte años de travesía cósmica y el fiasco del primer planeta extrasolar, conquistado por la Corporación Minera, su tiempo de vida se agotaba, pues ya cumplía los ciento veinte años de edad. Entonces se decidió gastar los créditos restantes en mejorar el equipamiento de la nave, a los androides y comprar la Cápsula experimental de Clonación al joven científico que conoció en el módulo de la cantina durante su estancia en la Colonia de mineros.
En su lecho de muerte y rodeado por los únicos amigos, los androides, la jeringa robot de la Cápsula le extrajo una célula al poco de partir hacia otro destino inexplorado, a la edad de ciento veintiún años. Gracias a la ingeniería genética, la célula rejuvenecida y modificada, empezó a multiplicarse y desarrollar el futuro embrión, coincidiendo con el momento del fallecimiento del anciano de blancos cabellos. Así, comenzó la primera generación Clon. El cuerpo del difunto fue lanzado al espacio como última voluntad. En cuanto el feto creció lo suficiente dentro de la gran probeta cristalina, se procedió al comienzo de la transferencia neuronal. La consciencia de "padre". El nuevo ser humano estuvo sumergido en el líquido hasta los nueve años, edad a la que fue despertado por el androide médico.
A lo largo de su vida, el Clon número uno llegó también tarde a otros planetas y asteroides descubiertos por la Corporación. Al número dos le ocurrió lo mismo, siempre por detrás de las Multinacionales. Asimismo, al tercero y cuarto. El quinto y sexto. Sumando los años de vida más el tiempo en estado de criogenia, fue el doceavo el primero en conquistar un planeta inexplorado".
CLON 13
-¿Qué datos transmite la sonda de exploración? -solicitó al copiloto androide.
-Los resultados son esperanzadores. El tamaño es similar a la Luna de la Tierra. Órbita un planeta mayor, compuesto de tormentas de gases, sin interés alguno. La estrella de este sistema solar hace del hallazgo un vergel de exuberante flora y fauna. La atmósfera es respirable para ti. Sin signos aparentes de vida inteligente, construcciones alienígena o ruinas alguna -respondía.
-Sala de máquinas ¿me escucha?
-Adelante -contestaba el androide de mantenimiento.
-Saltaremos al hiperespacio con los motores a plena potencia para alcanzar el destino lo antes posible ¿de acuerdo?
-Recibido...
-Voy a la sala médica -informó a su compañero artificial-. Te dejo al cargo del viaje.
El joven Clon 13, de quince años de edad, abandonó la cabina por la compuerta que se abrió sola. Caminó el corredor blaquecino y por un momento se detuvo a contemplar los fabulosos colores del agujero de gusano por las ventanillas, antes de llegar a la compuerta del habitáculo. Allí le esperaba la doctora.
-Buenos días, doc -saludo a la máquina con cabeza de platillo luminoso. Supo que era de día por el reloj de la muñeca, en hora con la Tierra. Tan distante y desconocida. Sólo sabía de ella por los documentales, programas y películas que vio hasta la saciedad, ya que desde hacía mucho tiempo había perdido cualquier contacto con los enclaves humanos.
-Buenos días, 13.
-¿Cómo van las reservas de alimento y agua? -planteó- ¿Y de los hallazgos minerales u orgánicos podemos aprovechar algo?
-Las muestras que consiguieron los robots de apoyo han sido muy útiles. Con los nuevos metales mejoraremos la eficiencia de la electrónica, circuitos y mecánica de los Motores. Las semillas que hemos ido recogiendo de los diferentes planetas pronto germinan alimentos de mayor valor nutricional que las papillas. Los invernaderos de cultivo funcionan con normalidad. Pero..
-¿Pero... qué?
-El problema eres tú...
-La Cápsula de Clonacion ya no puede regenerar más células. Tu tiempo se acerca al final. Otro Clon joven ya no es posible. El programa de ingeniería genética ha quedado obsoleto.
13 se quedó pensativo, sin decir palabras. Después de trece vidas, esta era la última. Le pilló por sorpresa pues jamás había pensado en el fallo de la cápsula. No tenía medio para salucionarlo. Incluso estaba fuera del conocimiento de la I. A. médico.
-"Un minuto para salir del hiperespacio" -escuchó por megafonia.
-Voy a preparar el traje de astronauta -dijo, antes de marcharse sin contestar a la cuestión.
Pasó de largo los diferentes habitáculos hasta que descendió por las escalerillas de metal a la entreplanta. En el almacén vistió el traje, aún conmocionado. Luego fue al pequeño hangar anexo y ocupó el asiento del piloto del robot transformable. Tras cerrar el cristal de la cabina encendió los sistemas, apareciendo las pantallas y relojes del cuadro instrumental. Sujetó las palancas de mando al mismo tiempo que se abrió el fuselaje de la panza cerámica y esperó a la luz verde de la baliza. El robot cayó a la atmósfera del pequeño astro perseguido al momento por los otros dos desacoplados de las alas de la nave nodriza, ante la magnificencia del gigantesco planeta gaseoso.
El robot de 13 se convirtió en una aeronave para posicionarse de forma correcta y atravesar las capas altas, como también lo hicieron las otras dos máquinas de apoyo, reduciendo la fricción al mínimo, mientras Aurora permanecía en órbita por seguridad. Sobrevolando la cordillera de bosques marcianos, recuperaron la forma de robots de combate. Se abrieron en abanico para rastrear más terreno, con ayuda de Aurora desde el espacio. Y pronto dio resultado al encontrar edificaciones piramidales en la espesa jungla. Los robots de apoyo se adelantaron para comprobar la zona. A continuación, llegó 13 y aterrizó en la plaza de laborioso empedrado, poco después de recibir el visto bueno. Enfundó el arma de energía. El lugar estaba aparentemente abandonado. Los sensores no registraban forma de vida inteligente alguna. Se percató entonces de la extraña antena que escondía la vegetación cercana.
-¿Uno, que encuentras? -así llamaba al androide copiloto.
-No hay rastro de los habitantes -respondía la voz metálica.
-¿Y de la antena?
-Los datos no llegan debido a las interferencias electromagnéticas. Lo deberías comprobar visualmente.
-De acuerdo.
El robot de 13 se artículo y dobló la rodilla, dejando el cuerpo muy cerca del suelo. Se desarmaron las corazas para descubrir la cabina. Una vez abierto el cristal, 13 se quitaba los cinturones de seguridad y abandonaba el asiento. El visor del casco verificó la composición respirable del aire. El Clon se levantó la visera sin dudar.
-4, explora el entorno -así se refería al robot de apoyo que esperaba órdenes.
-5, registra las pirámides.
El joven Clon anduvo hasta llegar a la peculiar antena de material translúcido. Cuando estuvo enfrente de ésta, la observó minuciosamente, grabando las imágenes a la vez. Se dio cuenta de que a su altura había un panel apagado y dos especies de electrodos enfrentados en la estructura tubular. Los filamentos dejaban espacio entre ellos como si pudieran sujetar alguna pieza desaparecida. Las elucubraciones fueron interrumpidas por el mensaje de 5. Se dirigió presto a la pirámide. Allí, el robot custodiaba la entrada cuando el dron volador salía del interior para acoplarse de nuevo al cuerpo de éste.
-Veamos... -se dijo.
El astro solar empezó a esconderse en las montañas del horizonte. 13 tuvo que encender la linterna antes de entrar. Pronto descubría los huesos alienígenas tumbados en los nichos de las paredes, gobernados por el sarcófago de labrada y policromada madera el centro de la sala. Carecía de la tapa. Descansaban los restos del sacerdote, fácilmente reconocible por su túnica dorada, joyas y adornos. Sostenía con los huesudos dedos una esfera brillante, con dos pequeños orificios en el eje central. Había royos de papiros en la estanterías de piedras. Lingotes de metales. Sacas deshilachadas. Vasijas de semillas y tarros de arcilla con ungüentos o líquidos.
-Por lo visto, aquí está toda la comunidad. Un momento... quizá... podría ser la pieza que falta. No entiendo entonces el sentido de la antena...
13, sin pensarlo dos veces, arrebató la esfera al cadáver extraterrestre y marchó de la gran pirámide. Pero justo cuando estaba a punto de tomar asiento en su robot, no pudo evitar preguntarse la cuestión en voz alta.
-¿Y si la pusiera en su lugar? ¡No! -contestó a la insensatez de sus actos-. A lo mejor es una nueva fuente de energía para Aurora -continuó elucubrando. La curiosidad humana del joven Clon no le permitía razonar con claridad-. Número 1, aterriza a Aurora en la explanada próxima, es lo suficientemente grande para ello. Necesito que número 2 supervise la mercancía en la pirámide antes de llevar algo ¿entendido?
Minutos más tarde la nave interestelar ocupaba el sitio indicado. Los brazos hidráulicos del tren de aterrizaje aún se flexionaban cuando de la panza bajó la rampa de carga. Los motores resplandecientes se fueron apagando con el silbido característico. El androide médico descendió acompañado por chorros de vapor. Caminó hasta llegar junto a 13 que esperaba en el umbral de la puerta piramidal, sujetando la esfera.
-Examina todos los objetos del inmueble, incluso éste -ordenó-. Estoy muy interesado en la esfera. Sólo llevaremos los de valor. El resto se queda en su sitio. La antena no nos interesa porque sea para lo que sea, seguiremos nuestro camino.
-De acuerdo -respondía-. Para un análisis más completo deberé llevar muestras al laboratorio de Aurora. Por supuesto, tras pasar por la cámara de descontaminación. Tendrás el informe por la mañana, como pronto.
13 pasó el hermoso atardecer explorando las edificaciones que rodeaban la plaza empedrada, acompañado por los cánticos de las aves y ruidos de los animales nocturnos. Documentó cada pirámide cubierta de vegetación, deshabitada, de mobiliario marmóreo. Muy austero y funcional. Lechos con pieles bajo los tragaluces. Cocina y calefacción tubular situada en el centro de la sala, de piedra pulida, alimentado por combustible fósiles. Todas idéntica. Salvo la ceremonial. Mejor decorada, con grabados y signos extraterrestres. Una vez que hubo terminado, el rugir del estómago le recordó que era hora de cenar. Ordenó a su robot transformable que volviera al hangar y los otros dos de apoyo establecieron el perímetro de seguridad, aunque no hubiera depredadores o peligro cercano. 13 regresó a Aurora. Después de pasar por la cámara de esterilización, quitarse el traje en el almacén, fue a visitar al androide de mantenimiento que revisaba el panel de mando del Motor principal y secundarios de neutrinos. Cenó solo en el habitáculo del comedor pues el copiloto estaba enchufado al conector de recarga que le hacía funcionar. Se hizo de madrugada cuando el androide médico había terminado el informe y ocupó su cargador, también. Por entonces, 13 estaba tumbado en su litera. Desvelado porque cenó mucho. Quizás, por la emoción del hallazgo. Dio vueltas hasta que por fin pudo conciliar el sueño.
Aunque hubiera sido mejor no dormir ya que tuvo una terrible pesadilla...
...era sonámbulo...
Abandonó su habitación y caminó dormido por Aurora. Después de llegar a la sala médica, tomaba la esfera de la pequeña cámara acorazada junto al Laboratorio. Tras deambular por las diferentes secciones y entreplantas con los androides aún en estado de letargo en los conectores, se detuvo enfrente de la compuerta de salida. Descendió la rampa de la nave para caminar por las oscuras calles del poblado alienígena, apenas iluminado por la luna blanquecina. Llegó a la antena y colocó la esfera en su sitio. La fluctuación de energía azul se extendió por toda la estructura e hizo funcionar el panel de mando, apareciendo signos marcianos en la pantalla. Las turbulencias dentro de la esfera se agitaban y emitían un zumbido agudo cuando el suelo empezó a temblar. Salió huyendo de allí. El terremoto le hizo tambalear hasta que perdió el equilibrio y calló de bruces. De pronto, la antena de luz brillante comenzó a ganar altura a medida que emergía del suelo una gigantesca máquina viviente. Desde la distancia pudo observar como la nave alienígena, de fuselaje violeta con reminiscencias doradas, se agitaba, sacudiendo los estratos de tierra y rocas de encima, alzó la cabina puntiaguda al cielo emitiendo sonidos aterradores semejantes a los de una bestia. Se arrastró igual que un reptil, utilizando las múltiples alas a modo de patas y olisqueando la zona a la vez. Se detuvo en en sitio, mirando a Aurora, sin prestar atención al joven clon en pijama que era testigo de los acontecimientos. La máquina extraterrestre movía la cola de corazas metálicas. Emprendió la carrera en la misma dirección y saltó sobre ésta. Pero no la aplastó. Sino que momentos previos a caer se deshacía como una masa líquida encima. Envolviendo a Aurora lentamente. La fue engullendo por completo. Súbitamente, el suelo se abrió bajo los pies de 13 y sin poder hacer nada cayó en la oscuridad de la fisura...
-¡No! -gritó aterrado, revolviendo la litera. Poco a poco despertaba del sueño-. Todo ha sido una pesadilla... Sin embargo, algo no anda bien -se dijo, a medida que recuperaba la visión-. Esta sala, tan familiar, se me hace extraña.
-Buenos dias 13 -le saludó el androide médico-. Te encontramos de madruga, sin conocimiento en mitad de la plaza de mosaicos -Pero el joven clon recostado en la litera no respondía-. Llevas dos días durmiendo.
No reconocía a aquella presencia. Si, era la voz metálica, aunque más suave y femenina. Asimismo, el cuerpo de la máquina con I. A. había cambiado. Estaba fundido con metal violeta de reminiscencias doradas cuya metamorfosis le hizo por completo humanoide, muy semejante a la mujer humana. Ya no era un androide. Ahora era otro ser. Enseguida, comprendía que no había soñado. Porque todo alrededor estaba transformado por el mismo extraño material, observando sin palabras su habitáculo, tan familiar y desconocido al mismo tiempo.
-¿Qué significa todo esto?
En aquel momento aparecían en el umbral de la puerta los otros dos androides. La metamorfosis fue radical en ellos. El aspecto era amenazador.
-Estamos en el hiperespacio -clavó su mirada felina en él. Con cada palabra el movimiento de la mandíbula afilada y ancha dejó ver los puntiagudos dientes metálicos de las fauces.
-Rumbo a casa -habló el otro, de complexión musculosa y garras plateadas.
-¿Casa...? -preguntó 13.
-Hace muchos siglos nuestra nave interestelar tuvo una desafortunada avería y nos vimos obligados a aterrizar de emergencia en aquel planeta de junglas. No la pudimos reparar. Nos adaptamos al lugar y construimos las pirámides con la esperanza de que la señal de emergencia llegara a mis congéneres. Pero jamás llegó a suceder -narró el humanoide femenino-. Cuando falleció el último de nosotros, el Guía espiritual se hizo cargo del corazón de la nave durmiente, la esfera de energía.
-¡Esta es mi nave y ha sido mi hogar durante generaciones! -dijo por fin 13-. ¿Que derecho tenéis a decidir sobre ella?
-El derecho que nos da la fuerza y poder beber tu sangre aquí mismo hasta dejarte seco -advirtió una de las monstruosas figuras que aguardaba en el umbral mientras la otra mostraba los afilados colmillos.
-Tres almas del poblado fueron absorbidas por la esfera para que algún día pudieran despertar en otros seres y reclamar a nuestros difuntos -se adelantó la humanoide-. La nave malherida también volvió a la vida y engulló a la tuya para poder cruzar las estrellas hacia la nebulosa dorada.
-En nuestra civilización no hay sitio para él -interrumpía uno de los alienígenas.
-Cierto ¡Mejor devorarlo ahora!
-¡No te atrevas a atacarle! -les gritó el humanoide femenino.
-Quizás haya que matarte a ti tambien.
-Sí hay cualquier acto de hostilidad, procederá la inmolación de mi cuerpo ¿ha quedado claro...? Y eso significa que la nave estallará igualmente -una luz roja comenzó a parpadear en el pecho.
Las figuras monstruosas desapacieron del umbral murmurando en lenguaje marciano.
-No los podré retener mucho tiempo. Pronto encontrarán la forma de desactivar el protocolo de emergencia e irán a por ti.
-Gracias. Tengo armas. Si me ayudarás les podríamos derrotar.
-No lo entiendes. No sirven contra ellos. Ni siquiera les haría rasguños en la piel...
-¿Entonces... ?
-Debes abandonar la nave.
-¡Moriría a la deriva en el espacio!
De repente, la luz del pecho se volvía verde. El humanoide femenino de forma violenta agarró la mandíbula de 13 y le obligó a abrir la boca. El metal líquido, violeta con reminiscencias doradas, fue abandonado el huésped primario para introducirse por la boca del joven Clon que luchaba por resistirse. El androide médico cayó desplomado al suelo cuando terminó de pasar el fluido por la garganta de 13. Entraron las dos figuras monstruosas en la habitación al mismo tiempo que el joven yacía en el piso, sujetando el cuello con las manos y retorciéndose con espasmos. No le atacaron entonces. Al contrario. Cuando 13 al poco estuvo recuperado, le acompañaron por los pasillos reconvertidos hasta llegar al almacén de estructuras superpuestas. Sellada la cámara de descompresión, se abrió la compuerta y apareció la nebulosa dorada ante ellos. 13 no tuvo miedo sino paz infinita como las estrellas que había recorrido. En aquel momento vino a su mente la añoranza del tiempo pasado. El álbum de fotos de los demás clones que habitaron la nave y viajaron sin descanso. Los recuerdos de otras vidas hasta él.
-La Tierra... -susurró, saltando al vacío. El rastro de partículas brillantes de la nave interestelar y alienígena, al instante desapreció de su vista.
Flotaba en el espacio, sólo vestido con el pijama. Se miró las manos metálicas de reflejos violetas y con el deseo de regresar al hogar trazó una figura con el dedo índice incandescente delante de él. El círculo después de resplandecer mostraba el planeta Tierra del otro lado.