josep
20-Jul-2014, 00:15
Hola. En primer lugar deciros que lamento haber estado ausente... es un rollo largo de explicar pero el tiempo me fue secuestrado por otros quehaceres. Me alegra estar por aquí y poco a poco iré viendo todo lo que tengo pendiente en la revista.
Aprovechando la vuelta os dejo un relato.
Un saludo
Nueva oportunidad
I
La ausencia de luna permite escudriñar el cielo con claridad. La Estrella Polar, la Osa Mayor, la brillante Arturo del Boyero y un poco más lejos la Espiga de Virgo. Desde la Osa Menor; Deneb, Vega, Altair…
Todo lo que comienza tiene un final y el azabache salpicado de luces titilantes muta lentamente a claridad opalescente, preludio de la llegada del poderoso titán que reactiva nuestros sentidos, el que nos da luz y calor, al que veneramos como el Dios de la vida: SunRa.
Cumplo con la tradición. Arrodillado con la barbilla en contacto con mí pecho, ojos cerrados y brazos abiertos con las palmas hacia arriba. El rito atávico que los hombres y mujeres del clan ofrecen a su Dios como prueba de agradecimiento por el nuevo día.
La inscripción en la roca del mirador lo recuerda:
“La Mentor Klano devus ĉeesti la alvenon de la suno ĉiutage el lia vivo”
(“El Mentor del Clan debe asistir a la llegada del astro rey todos los días de su vida”).
Ya han transcurrido dieciocho mil doscientas cincuenta lunas desde mi primera vez… hoy será la última. Ancestrales ritos que mañana desaparecerán y que se olvidarán debido a la vorágine de cambios tecno-sociológicos que se producirán muy pronto.
La llegada del amanecer reactiva a la comunidad. Los primeros sembradores y sus protectores, emprenden la marcha hacia las cuevas agrícolas acarreando los excrementos de nuestro ganado en carromatos empujados por los más fuertes o ayudados por los escasos bueyes de los que disponemos.
A mi señal, los vigilantes se apostan en posición de defensa con sus arcos armados preparados para abatir cualquier alimaña que intente penetrar en el interior de la aldea. El centinela de la torre libera las cadenas, iniciándose la caída de la compuerta de la empalizada.
Pedro, el brigadier, alza la cabeza buscando la atalaya y levanta la mano acompañándola con una sonrisa. Le respondo con las dos manos en alto mientras emprenden su viaje.
Durante quince lunas los sembradores permanecerán en las cuevas realizando tareas agrícolas; renovarán el sustrato y controlarán los parámetros básicos: nutrientes, temperatura, humedad y dióxido de carbono. Las zonas donde el compost alcance la temperatura ideal serán inyectadas con los micelios y el sustrato se mantendrá caliente, para así estimular el crecimiento de las raíces blancas.
Por la Puerta Sur aparece otro grupo de unos cincuenta individuos, escoltados por seis protectores armados y tres carros con sus asnos correspondientes. Vuelve a aparecer en el aire el chirrido de las cadenas a mi señal.
- Adiaŭ (Adiós) Jesús. Ĝis la nokto (Hasta la noche) –Grita la joven Salomé
- Bon voyage kaj bonan revenon (Buen viaje y mejor regreso) –Mis manos vuelven a alzarse hacia el cielo dándoles mi bendición.
Regresarán al anochecer con el alimento para el Clan; los hongos que nacen en la oscuridad de la atmósfera pura de las cuevas: las setas de París.
París, una ciudad importante en el pasado del planeta, un icono de modernidad y tecnología, cuna de cultura y ocio; conceptos que el Clan nunca ha conocido. Solo las historias que cuentan los ancianos, que a su vez relataban sus abuelos, se aproximan a esa época remota que no ha de volver.
El impacto del meteorito nos dio la oportunidad de comenzar un nuevo ciclo, con la ventaja de las muchas lecciones aprendidas. La principal: la convivencia con la naturaleza, que se convirtió en una ley imposible de transgredir y yo en uno de sus mentores.
Hoy es mi último día en el Clan. No me apena la situación aunque me esfuerzo por retrasar el momento… intento que esos recuerdos sean retenidos especialmente… si bien sé que es en vano, serán vivencias como todas las que almacenan en el banco de memoria.
II
Como resultado de la reagrupación de los supervivientes a la terrible colisión, subsisten mil quinientos clanes. Se han desarrollado social y tecnológicamente de forma independiente, aunque amparados en un programa evolutivo común que ha de impedir que los errores de la anterior humanidad vuelvan a repetirse.
Los avances tecnológicos han estado controlados y supervisados en su desarrollo, preservando el entorno y no influyendo negativamente en el planeta.
Pocos animales sobrevivieron, algunos fueron domesticados otros mutaron desarrollando una fiereza extrema siendo en su mayoría alimañas cuadrúpedas. Las aves se extinguieron, no así los insectos que proliferan en cantidades ingentes, sobre todo en humedales. Las plantas redujeron su población tras el apagón temporal del Sol. Las peor tratadas fueron las más fotosintéticas, aunque el efecto se mitigó transcurridos pocos años del desastre, cuando la nube de polvo desapareció y propició una recuperación sostenida.
El único campo en el que se decidió que no hubiera límite fue en la medicina. La población humana era escasa y había que combatir la posibilidad de que una enfermedad diezmara la especie hasta ponerla en peligro de extinción.
La magia fue el vehículo que enmascaró la evolución de esa ciencia; mixturas de hierbas y líquidos extraños acompañados de cánticos y conjuros convirtieron a los primeros druidas en mentores.
Unos pasos sordos advierten de la llegada de alguien.
- Saluton (Saludos) Jesús. La gardistoj jam tendumis en la Stockade (Los vigilantes ya están apostados en la empalizada)
- Danke (Gracias) María. Bonvolu komuniki al la estraro, ke la kunveno okazos kiam la unuaj radioj de la SunRa tra truo unuan sanktulon. (Por favor comunica al consejo que la reunión tendrá lugar cuando el primer rayo de Sunra atraviese el primer agujero sagrado).
La fiel María desaparece tras la cortina que cierra la entrada de acceso al interior de la garita de vigilancia. Me acompaña desde que su madre muriera hace muchas lunas, sacrificando su juventud al heredar la tarea más respetada por el Clan.
Ha llegado la hora de descansar. Mi naturaleza no precisa de ese acto aunque es preciso fingir la necesidad. El turno de guardia ocupa mi lugar.
El camino hacia mi oquedad de descanso es completamente oscuro.
“La Mentor ne bezonas lumon por vidi kaj ĉeesti por auxdi, Sciante”
(“El Mentor no necesita luz para ver ni estar presente para escuchar, todo lo sabe”). Los niños aprenden máximas similares y veneran al Mentor como un ser con conocimientos inalcanzables para el común de los mortales.
Todo el mundo me respeta, me admira y me quiere. El Clan sabe que la función del Mentor es la de vivir por y para el colectivo.
Mañana se encontrarán huérfanos y desorientados pero lo superarán en cuanto sean conscientes de su independencia.
La oquedad donde descanso es la más recóndita de la cueva principal, no dispone de acceso al exterior y es la única que puede ser sellada completamente.
Las rocas que ocultan el acceso al habitáculo advierten mi presencia girando en silencio permitiéndome el acceso. Una vez en su interior retornan al punto de sellado.
Cierro los ojos y me desplazo al centro de la habitación donde las rodillas ceden al peso de mi cuerpo y se acoplan con el frío suelo, a la vez que una fosforescencia aparece por debajo de ellas. Desconecto.
III
Cenáculo (Planta superior de la cueva del Clan)
El primer rayo de SunRa atraviesa el agujero sagrado en el instante que el grupo se sienta alrededor de la losa de granito. Las miradas fijas en mi llegada y el silencio expectante inundan la sala.
Los siete no han sido capaces de descubrir que se esconde en la magna convocatoria aunque esperan algo importante, muy importante.
De pie y sin tomar asiento me dirijo a ellos:
- Estimadas Helen y Marie; estimados René, Alexander, Nikola, Leonardo e Isaac, ha llegado el momento de comunicaros vuestros nuevos cometidos —Unos a los otros se miran queriendo encontrar las respuestas a sus preguntas —Os he preparado durante muchas lunas para que asumáis la jefatura del Clan bajo las diez leyes. Hoy, esas leyes dejan de ser inmutables, debéis desarrollarlas y evolucionarlas… desde este instante ese es vuestro único cometido: dirigir la evolución de la humanidad por la senda correcta. Los avances tecnológicos acordes con los tiempos futuros están al llegar —Los murmullos ya son inevitables y Nikola se atreve a hablar.
- Jesús disculpa la interrupción, nosotros no podemos hacernos cargo del Clan, según la Primera Ley no es posible.
- Nikola, la Primera Ley indica que la desaparición del Mentor genera automáticamente el ascenso del sustituto propuesto por el propio…
- Pero, ¡no has desaparecido! —Cruzan miradas y los siete saben lo que van a oír.
- En breve comenzaréis a comunicaros con otros clanes, descubriréis sistemas de comunicación en los que no será necesaria la presencia física, realizaréis hallazgos que os harán cuestionar vuestra vida actual y querréis desentrañar el pasado lejano, ¡no lo hagáis! pensad en el futuro y olvidar lo acontecido antes del impacto… todos esos momentos se han de perder en el tiempo... como lágrimas en la lluvia… es hora de morir.
Epílogo
Dos millones novecientas veinte lunas han transcurrido.
En la cabina de control de la Nave NewEarth II el comandante Jesús Giskard observa como se aproximan a la esfera azul. Si tuviera corazón, seguramente sufriría una aceleración en él pero sus algoritmos no le generan ninguna duda.
Involuntariamente rememora hechos del pasado, en realidad repasa la historia, su historia, su programación, la que le ayudará a tener éxito en su nuevo desafío.
Su destino: Marte, el planeta terraformado que acogerá a los primeros seres humanos… una nueva oportunidad.
Aprovechando la vuelta os dejo un relato.
Un saludo
Nueva oportunidad
I
La ausencia de luna permite escudriñar el cielo con claridad. La Estrella Polar, la Osa Mayor, la brillante Arturo del Boyero y un poco más lejos la Espiga de Virgo. Desde la Osa Menor; Deneb, Vega, Altair…
Todo lo que comienza tiene un final y el azabache salpicado de luces titilantes muta lentamente a claridad opalescente, preludio de la llegada del poderoso titán que reactiva nuestros sentidos, el que nos da luz y calor, al que veneramos como el Dios de la vida: SunRa.
Cumplo con la tradición. Arrodillado con la barbilla en contacto con mí pecho, ojos cerrados y brazos abiertos con las palmas hacia arriba. El rito atávico que los hombres y mujeres del clan ofrecen a su Dios como prueba de agradecimiento por el nuevo día.
La inscripción en la roca del mirador lo recuerda:
“La Mentor Klano devus ĉeesti la alvenon de la suno ĉiutage el lia vivo”
(“El Mentor del Clan debe asistir a la llegada del astro rey todos los días de su vida”).
Ya han transcurrido dieciocho mil doscientas cincuenta lunas desde mi primera vez… hoy será la última. Ancestrales ritos que mañana desaparecerán y que se olvidarán debido a la vorágine de cambios tecno-sociológicos que se producirán muy pronto.
La llegada del amanecer reactiva a la comunidad. Los primeros sembradores y sus protectores, emprenden la marcha hacia las cuevas agrícolas acarreando los excrementos de nuestro ganado en carromatos empujados por los más fuertes o ayudados por los escasos bueyes de los que disponemos.
A mi señal, los vigilantes se apostan en posición de defensa con sus arcos armados preparados para abatir cualquier alimaña que intente penetrar en el interior de la aldea. El centinela de la torre libera las cadenas, iniciándose la caída de la compuerta de la empalizada.
Pedro, el brigadier, alza la cabeza buscando la atalaya y levanta la mano acompañándola con una sonrisa. Le respondo con las dos manos en alto mientras emprenden su viaje.
Durante quince lunas los sembradores permanecerán en las cuevas realizando tareas agrícolas; renovarán el sustrato y controlarán los parámetros básicos: nutrientes, temperatura, humedad y dióxido de carbono. Las zonas donde el compost alcance la temperatura ideal serán inyectadas con los micelios y el sustrato se mantendrá caliente, para así estimular el crecimiento de las raíces blancas.
Por la Puerta Sur aparece otro grupo de unos cincuenta individuos, escoltados por seis protectores armados y tres carros con sus asnos correspondientes. Vuelve a aparecer en el aire el chirrido de las cadenas a mi señal.
- Adiaŭ (Adiós) Jesús. Ĝis la nokto (Hasta la noche) –Grita la joven Salomé
- Bon voyage kaj bonan revenon (Buen viaje y mejor regreso) –Mis manos vuelven a alzarse hacia el cielo dándoles mi bendición.
Regresarán al anochecer con el alimento para el Clan; los hongos que nacen en la oscuridad de la atmósfera pura de las cuevas: las setas de París.
París, una ciudad importante en el pasado del planeta, un icono de modernidad y tecnología, cuna de cultura y ocio; conceptos que el Clan nunca ha conocido. Solo las historias que cuentan los ancianos, que a su vez relataban sus abuelos, se aproximan a esa época remota que no ha de volver.
El impacto del meteorito nos dio la oportunidad de comenzar un nuevo ciclo, con la ventaja de las muchas lecciones aprendidas. La principal: la convivencia con la naturaleza, que se convirtió en una ley imposible de transgredir y yo en uno de sus mentores.
Hoy es mi último día en el Clan. No me apena la situación aunque me esfuerzo por retrasar el momento… intento que esos recuerdos sean retenidos especialmente… si bien sé que es en vano, serán vivencias como todas las que almacenan en el banco de memoria.
II
Como resultado de la reagrupación de los supervivientes a la terrible colisión, subsisten mil quinientos clanes. Se han desarrollado social y tecnológicamente de forma independiente, aunque amparados en un programa evolutivo común que ha de impedir que los errores de la anterior humanidad vuelvan a repetirse.
Los avances tecnológicos han estado controlados y supervisados en su desarrollo, preservando el entorno y no influyendo negativamente en el planeta.
Pocos animales sobrevivieron, algunos fueron domesticados otros mutaron desarrollando una fiereza extrema siendo en su mayoría alimañas cuadrúpedas. Las aves se extinguieron, no así los insectos que proliferan en cantidades ingentes, sobre todo en humedales. Las plantas redujeron su población tras el apagón temporal del Sol. Las peor tratadas fueron las más fotosintéticas, aunque el efecto se mitigó transcurridos pocos años del desastre, cuando la nube de polvo desapareció y propició una recuperación sostenida.
El único campo en el que se decidió que no hubiera límite fue en la medicina. La población humana era escasa y había que combatir la posibilidad de que una enfermedad diezmara la especie hasta ponerla en peligro de extinción.
La magia fue el vehículo que enmascaró la evolución de esa ciencia; mixturas de hierbas y líquidos extraños acompañados de cánticos y conjuros convirtieron a los primeros druidas en mentores.
Unos pasos sordos advierten de la llegada de alguien.
- Saluton (Saludos) Jesús. La gardistoj jam tendumis en la Stockade (Los vigilantes ya están apostados en la empalizada)
- Danke (Gracias) María. Bonvolu komuniki al la estraro, ke la kunveno okazos kiam la unuaj radioj de la SunRa tra truo unuan sanktulon. (Por favor comunica al consejo que la reunión tendrá lugar cuando el primer rayo de Sunra atraviese el primer agujero sagrado).
La fiel María desaparece tras la cortina que cierra la entrada de acceso al interior de la garita de vigilancia. Me acompaña desde que su madre muriera hace muchas lunas, sacrificando su juventud al heredar la tarea más respetada por el Clan.
Ha llegado la hora de descansar. Mi naturaleza no precisa de ese acto aunque es preciso fingir la necesidad. El turno de guardia ocupa mi lugar.
El camino hacia mi oquedad de descanso es completamente oscuro.
“La Mentor ne bezonas lumon por vidi kaj ĉeesti por auxdi, Sciante”
(“El Mentor no necesita luz para ver ni estar presente para escuchar, todo lo sabe”). Los niños aprenden máximas similares y veneran al Mentor como un ser con conocimientos inalcanzables para el común de los mortales.
Todo el mundo me respeta, me admira y me quiere. El Clan sabe que la función del Mentor es la de vivir por y para el colectivo.
Mañana se encontrarán huérfanos y desorientados pero lo superarán en cuanto sean conscientes de su independencia.
La oquedad donde descanso es la más recóndita de la cueva principal, no dispone de acceso al exterior y es la única que puede ser sellada completamente.
Las rocas que ocultan el acceso al habitáculo advierten mi presencia girando en silencio permitiéndome el acceso. Una vez en su interior retornan al punto de sellado.
Cierro los ojos y me desplazo al centro de la habitación donde las rodillas ceden al peso de mi cuerpo y se acoplan con el frío suelo, a la vez que una fosforescencia aparece por debajo de ellas. Desconecto.
III
Cenáculo (Planta superior de la cueva del Clan)
El primer rayo de SunRa atraviesa el agujero sagrado en el instante que el grupo se sienta alrededor de la losa de granito. Las miradas fijas en mi llegada y el silencio expectante inundan la sala.
Los siete no han sido capaces de descubrir que se esconde en la magna convocatoria aunque esperan algo importante, muy importante.
De pie y sin tomar asiento me dirijo a ellos:
- Estimadas Helen y Marie; estimados René, Alexander, Nikola, Leonardo e Isaac, ha llegado el momento de comunicaros vuestros nuevos cometidos —Unos a los otros se miran queriendo encontrar las respuestas a sus preguntas —Os he preparado durante muchas lunas para que asumáis la jefatura del Clan bajo las diez leyes. Hoy, esas leyes dejan de ser inmutables, debéis desarrollarlas y evolucionarlas… desde este instante ese es vuestro único cometido: dirigir la evolución de la humanidad por la senda correcta. Los avances tecnológicos acordes con los tiempos futuros están al llegar —Los murmullos ya son inevitables y Nikola se atreve a hablar.
- Jesús disculpa la interrupción, nosotros no podemos hacernos cargo del Clan, según la Primera Ley no es posible.
- Nikola, la Primera Ley indica que la desaparición del Mentor genera automáticamente el ascenso del sustituto propuesto por el propio…
- Pero, ¡no has desaparecido! —Cruzan miradas y los siete saben lo que van a oír.
- En breve comenzaréis a comunicaros con otros clanes, descubriréis sistemas de comunicación en los que no será necesaria la presencia física, realizaréis hallazgos que os harán cuestionar vuestra vida actual y querréis desentrañar el pasado lejano, ¡no lo hagáis! pensad en el futuro y olvidar lo acontecido antes del impacto… todos esos momentos se han de perder en el tiempo... como lágrimas en la lluvia… es hora de morir.
Epílogo
Dos millones novecientas veinte lunas han transcurrido.
En la cabina de control de la Nave NewEarth II el comandante Jesús Giskard observa como se aproximan a la esfera azul. Si tuviera corazón, seguramente sufriría una aceleración en él pero sus algoritmos no le generan ninguna duda.
Involuntariamente rememora hechos del pasado, en realidad repasa la historia, su historia, su programación, la que le ayudará a tener éxito en su nuevo desafío.
Su destino: Marte, el planeta terraformado que acogerá a los primeros seres humanos… una nueva oportunidad.