Cobos
12-Mar-2014, 12:21
En un planeta abandonado a su suerte por un Imperio Galáctico perdido en la leyenda y de cuya tecnología solo se preservan algunos restos, dos jóvenes mineros desentierran una cápsula de un material desconocido.
Poco después, el extraño objeto emite una señal de llamada que atraviesa la atmósfera y precipitará los acontecimientos.
El Imperio ha vuelto, es el amanecer de una nueva era...
...¿O no?
Buenos días,
Mi nombre es Alberto Cobos y hace unos años, en el 96, me senté un domingo por la tarde en la terraza con un amigo con el que compartía y comparto la afición por el dibujo, los cómics, la historia bélica y la ciencia ficción entre otras cosas, a que nos diera un poco el sol. Mi amigo planteó un juego que consistía en que cada uno inventara un párrafo de una historia y el otro la continuara. Empecé con un planeta lejano que había pertenecido a un Imperio Galáctico siglos atrás y que había sido esquilmado y abandonado. Mi amigo siguió, yo seguí y la cosa no fue a más, pero a mí me quedó esa idea del planeta perdido, con una mezcla de tecnologías muy modernas que habían conseguido preservar y otras muy arcaicas. Unos días después escribí la primera frase, Brod salió zumbando. Ahora ya no lo es, añadí un prólogo :D , pero todo empezó así, una soleada tarde de resaca. Terminé el 2000. Cada dos años releía la historia y le daba un repasillo a lo que me chirriara. Yo no soy escritor, simplemente se me ocurrió una historia y la escribí.
Ahora tengo 41 tacos. El pasado año revisé el texto original con ayuda de gente que sabe de estas cosas, le di una pulida completa y lo publiqué en Amazon. A lo largo de 2013 recibí críticas decentes pero me decían que a los personajes les faltaba trasfondo, así que acabé añadiendo un 10% más de texto para contar lo que yo ya sabía y no había creído necesario añadir. También añadí algunas descripciones y alguna curiosidad aquí y allá. Parece que le ha ido bien.
La novela se ha publicado en dos ediciones, una sencilla a 0,99€ y otra ilustrada a 2,68€. Las ilustraciones son mías y están dispuestas al final de determinados capítulos. No son nada del otro jueves, pero son dibujos que hacen referencia a detalles que a mí me interesan particularmente o a elementos que he descrito en el capítulo anterior. Es un juego en el que podéis comparar lo que imagináis con el texto con lo que yo veía en mi cabeza y describí después.
http://ecx.images-amazon.com/images/I/41a6-k4Vs8L._AA258_PIkin4,BottomRight,-32,22_AA280_SH20_OU30_.jpg
Os dejo el link a la edición Ilustrada, en la que se pueden ver un par de muestras de las ilustraciones, y de la que podéis saltar en un click a la edición sencilla. También podéis leer opiniones de gente que lo ha leído. Solo unos cuatro eran amigos míos :D
http://www.amazon.es/dp/B00HZ3EDYE
Esta novela está disponible para descarga gratuita en mil foros. Yo no tengo mayor problema con eso porque yo mismo he leído muchos libros por la cara. Si la pilláis por ahí, que la disfrutéis, pero si la compráis mejor, claro :D . Por lo que yo sé, las versiones que hay por ahí son todas anteriores a la publicación en Amazon. La última edición es de diciembre de 2013, v.2.1. Yo ya he avisado en alguno de esos foros que si van a difundir el libro por la cara que por lo menos consigan una edición actualizada, pero no sé si se han preocupado. La versión debería aparecer en la tercera página.
Dejo aquí el prólogo de la historia, para que podáis haceros una idea. Bienvenidos a Arweg, espero que disfrutéis con Brod, Mara Dunali y compañía. Yo les tengo mucho cariño.
PRÓLOGO
Una gota de sudor nació en la sien de la mujer y descendió lentamente por la delicada línea de su mandíbula hasta la barbilla, donde se unió a una compañera y cayó sobre la pechera del uniforme. La mancha de humedad apenas creció.
La nave se desplazaba a velocidad sub¬lumínica mientras rastreaba el espacio con el transradar. Parecía que la suerte les había sonreído por una vez. Nada indicaba que les siguieran el rastro.
La mujer se levantó del asiento del piloto, cruzó la sala de mando y se dirigió al recinto de congeladores a través del pasillo central. Se sentía sorprendentemente en calma y la alivió respirar el aire algo más limpio del pasillo.
En el recinto de congeladores, o cubiteras como ellos las solían llamar, el caos era casi total y el aire volvía a estar contaminado. El incendio causado por el combate había arrasado la zona de rehabilitación y casi todas las unidades de animación suspendida. Parecía como si los impactos hubieran sido realizados con un fin concreto… Quizá esa era la razón por la que les había dejado atrás.
Se dirigió a las dos únicas unidades que permanecían en funcionamiento. El rostro del hombre permanecía sereno y tranquilo al otro lado del cristal. Tenía una protección sobre el lado izquierdo del rostro y un muñón por encima del codo derecho. Apenas doce días atrás, había recibido en la cara el roce del disparo que le seccionó el brazo con el que trataba de cubrirse. El calor del haz de energía había cauterizado la herida y curaba bien, pero la región donde antes tenía el ojo se infectó y le había dado problemas. Por suerte, para cuando despertara, sus heridas habrían cicatrizado.
Se limpió inconscientemente una lágrima y miró al niño que reposaba en el habitáculo de al lado. Tenía siete años y era más joven que la guerra. No conocía otra forma de vida. Era uno más en la misma situación que tantos y tantos otros, en tantos y tantos sistemas. Esperaba que en Arweg fuera diferente para él. Aunque eso ella no lo vería. Dos para tres no era suficiente.
Apartó el pensamiento de su mente. Se besó la yema de los dedos, rozó con ellos el cristal que protegía el sueño de su hijo y giró sobre sus pies para volver a la sala de mando. Los impactos afectaron al sistema de salto del vehículo, lo que hacía imposible emplear la navegación instantánea con precisión. Había arriesgado tres saltos a través del espacio interestelar para acercarse lo suficiente al sistema de destino. El programa guía se mantenía operativo, por lo que, si el planeta estaba donde indicaban las coordenadas de contrabando, conseguirían llegar a Arweg en unos siete meses. Sin control preciso de salto no podría acercarse más al planeta en mil intentos, y antes se quedaría sin energía, o aparecería demasiado cerca de su sol. El problema era que, sin animación suspendida, ella no contaba con recursos para sobrevivir más de cien días...
Miró hacia el exterior a través del panel frontal. Las estrellas devolvían su mirada con frialdad, ajenas a sus problemas, ocupadas como estaban en consumirse hasta su propia destrucción. Ya no las veía con fascinación ni romanticismo. Sólo sentía cansancio.
Se peinó su pelo moreno hacia atrás con los dedos y lo recogió en una coleta baja con una goma. Suspirando, desvió la atención de la ventana y se acercó al asiento del navegador mientras se secaba el sudor de la barbilla con la manga en un gesto inconsciente. En la mesa de cálculo había un cuaderno de papel. Lo tomó y pasó las hojas manuscritas hasta llegar a la última. Releyó el párrafo del final, cogió el ter¬mo¬lá¬piz, ajustó el grosor de trazo para escritura y siguió con su tarea. Tenía mucho que escribir y contaba con el resto de su vida para hacerlo.
Pero tendría que darse prisa.
Pues eso, a vuestra disposición si queréis preguntar cualquier cosa y muchas gracias a todos por vuestra atención y por permitirme publicitar mi libro. Los que autoeditamos no tenemos muchas maneras de darnos a conocer y que en los foros nos hagáis un huequillo se agradece un montón.
Poco después, el extraño objeto emite una señal de llamada que atraviesa la atmósfera y precipitará los acontecimientos.
El Imperio ha vuelto, es el amanecer de una nueva era...
...¿O no?
Buenos días,
Mi nombre es Alberto Cobos y hace unos años, en el 96, me senté un domingo por la tarde en la terraza con un amigo con el que compartía y comparto la afición por el dibujo, los cómics, la historia bélica y la ciencia ficción entre otras cosas, a que nos diera un poco el sol. Mi amigo planteó un juego que consistía en que cada uno inventara un párrafo de una historia y el otro la continuara. Empecé con un planeta lejano que había pertenecido a un Imperio Galáctico siglos atrás y que había sido esquilmado y abandonado. Mi amigo siguió, yo seguí y la cosa no fue a más, pero a mí me quedó esa idea del planeta perdido, con una mezcla de tecnologías muy modernas que habían conseguido preservar y otras muy arcaicas. Unos días después escribí la primera frase, Brod salió zumbando. Ahora ya no lo es, añadí un prólogo :D , pero todo empezó así, una soleada tarde de resaca. Terminé el 2000. Cada dos años releía la historia y le daba un repasillo a lo que me chirriara. Yo no soy escritor, simplemente se me ocurrió una historia y la escribí.
Ahora tengo 41 tacos. El pasado año revisé el texto original con ayuda de gente que sabe de estas cosas, le di una pulida completa y lo publiqué en Amazon. A lo largo de 2013 recibí críticas decentes pero me decían que a los personajes les faltaba trasfondo, así que acabé añadiendo un 10% más de texto para contar lo que yo ya sabía y no había creído necesario añadir. También añadí algunas descripciones y alguna curiosidad aquí y allá. Parece que le ha ido bien.
La novela se ha publicado en dos ediciones, una sencilla a 0,99€ y otra ilustrada a 2,68€. Las ilustraciones son mías y están dispuestas al final de determinados capítulos. No son nada del otro jueves, pero son dibujos que hacen referencia a detalles que a mí me interesan particularmente o a elementos que he descrito en el capítulo anterior. Es un juego en el que podéis comparar lo que imagináis con el texto con lo que yo veía en mi cabeza y describí después.
http://ecx.images-amazon.com/images/I/41a6-k4Vs8L._AA258_PIkin4,BottomRight,-32,22_AA280_SH20_OU30_.jpg
Os dejo el link a la edición Ilustrada, en la que se pueden ver un par de muestras de las ilustraciones, y de la que podéis saltar en un click a la edición sencilla. También podéis leer opiniones de gente que lo ha leído. Solo unos cuatro eran amigos míos :D
http://www.amazon.es/dp/B00HZ3EDYE
Esta novela está disponible para descarga gratuita en mil foros. Yo no tengo mayor problema con eso porque yo mismo he leído muchos libros por la cara. Si la pilláis por ahí, que la disfrutéis, pero si la compráis mejor, claro :D . Por lo que yo sé, las versiones que hay por ahí son todas anteriores a la publicación en Amazon. La última edición es de diciembre de 2013, v.2.1. Yo ya he avisado en alguno de esos foros que si van a difundir el libro por la cara que por lo menos consigan una edición actualizada, pero no sé si se han preocupado. La versión debería aparecer en la tercera página.
Dejo aquí el prólogo de la historia, para que podáis haceros una idea. Bienvenidos a Arweg, espero que disfrutéis con Brod, Mara Dunali y compañía. Yo les tengo mucho cariño.
PRÓLOGO
Una gota de sudor nació en la sien de la mujer y descendió lentamente por la delicada línea de su mandíbula hasta la barbilla, donde se unió a una compañera y cayó sobre la pechera del uniforme. La mancha de humedad apenas creció.
La nave se desplazaba a velocidad sub¬lumínica mientras rastreaba el espacio con el transradar. Parecía que la suerte les había sonreído por una vez. Nada indicaba que les siguieran el rastro.
La mujer se levantó del asiento del piloto, cruzó la sala de mando y se dirigió al recinto de congeladores a través del pasillo central. Se sentía sorprendentemente en calma y la alivió respirar el aire algo más limpio del pasillo.
En el recinto de congeladores, o cubiteras como ellos las solían llamar, el caos era casi total y el aire volvía a estar contaminado. El incendio causado por el combate había arrasado la zona de rehabilitación y casi todas las unidades de animación suspendida. Parecía como si los impactos hubieran sido realizados con un fin concreto… Quizá esa era la razón por la que les había dejado atrás.
Se dirigió a las dos únicas unidades que permanecían en funcionamiento. El rostro del hombre permanecía sereno y tranquilo al otro lado del cristal. Tenía una protección sobre el lado izquierdo del rostro y un muñón por encima del codo derecho. Apenas doce días atrás, había recibido en la cara el roce del disparo que le seccionó el brazo con el que trataba de cubrirse. El calor del haz de energía había cauterizado la herida y curaba bien, pero la región donde antes tenía el ojo se infectó y le había dado problemas. Por suerte, para cuando despertara, sus heridas habrían cicatrizado.
Se limpió inconscientemente una lágrima y miró al niño que reposaba en el habitáculo de al lado. Tenía siete años y era más joven que la guerra. No conocía otra forma de vida. Era uno más en la misma situación que tantos y tantos otros, en tantos y tantos sistemas. Esperaba que en Arweg fuera diferente para él. Aunque eso ella no lo vería. Dos para tres no era suficiente.
Apartó el pensamiento de su mente. Se besó la yema de los dedos, rozó con ellos el cristal que protegía el sueño de su hijo y giró sobre sus pies para volver a la sala de mando. Los impactos afectaron al sistema de salto del vehículo, lo que hacía imposible emplear la navegación instantánea con precisión. Había arriesgado tres saltos a través del espacio interestelar para acercarse lo suficiente al sistema de destino. El programa guía se mantenía operativo, por lo que, si el planeta estaba donde indicaban las coordenadas de contrabando, conseguirían llegar a Arweg en unos siete meses. Sin control preciso de salto no podría acercarse más al planeta en mil intentos, y antes se quedaría sin energía, o aparecería demasiado cerca de su sol. El problema era que, sin animación suspendida, ella no contaba con recursos para sobrevivir más de cien días...
Miró hacia el exterior a través del panel frontal. Las estrellas devolvían su mirada con frialdad, ajenas a sus problemas, ocupadas como estaban en consumirse hasta su propia destrucción. Ya no las veía con fascinación ni romanticismo. Sólo sentía cansancio.
Se peinó su pelo moreno hacia atrás con los dedos y lo recogió en una coleta baja con una goma. Suspirando, desvió la atención de la ventana y se acercó al asiento del navegador mientras se secaba el sudor de la barbilla con la manga en un gesto inconsciente. En la mesa de cálculo había un cuaderno de papel. Lo tomó y pasó las hojas manuscritas hasta llegar a la última. Releyó el párrafo del final, cogió el ter¬mo¬lá¬piz, ajustó el grosor de trazo para escritura y siguió con su tarea. Tenía mucho que escribir y contaba con el resto de su vida para hacerlo.
Pero tendría que darse prisa.
Pues eso, a vuestra disposición si queréis preguntar cualquier cosa y muchas gracias a todos por vuestra atención y por permitirme publicitar mi libro. Los que autoeditamos no tenemos muchas maneras de darnos a conocer y que en los foros nos hagáis un huequillo se agradece un montón.