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Blasero1
08-Mar-2014, 15:52
-¡Buenos días, señor! ¿Qué va a ser? -preguntó al joven.
-¡Lleno de agua y carbón líquido, por favor! -solicitó al surtidor.
Los ojos grandes, redondos y anaranjados, parpadearon en la cabeza de lata del autómata que expulsaba humo por las orejas trompeteras, mirando al motorista. La pinza del brazo mecánico abría entonces la tapa del depósito de la motocicleta a vapor estacionada y desenroscaba el tapón, para dejarlo colgado del cordón de seguridad. Cogía la pistola de la manguera y apoyaba la boquilla en la boca cromada, comenzando a correr el tambor numérico del combustible fósil. A continuación, realizó la misma operación con la caldera y puso en funcionamiento el contador del agua.
Erik se quitó el casco, descubriendo el cabello oscuro y ondulado. Las gafas de aviador, también. Así cómo la mascarilla con el depurador atmosférico.
-Magnífica mañana ¿verdad? -habló al joven- Según el parte meteorológico, no lloverá hasta el fin de semana.
-¡Verdad! Aunque los niveles de contaminación se disparan, siempre que falta la lluvia.
Erik desde la privilegiada posición que ofrecía la estación de servicio, suspendida en el aire gracias a los globos aerostáticos de la cubierta, por un instante oteó el municipio industrial de Fuenlabrada, atrapado por la boina de su propia contaminación. Desdibujado, como el sol del cielo plomizo de aquel otoño. Después de echar un vistazo a los automóviles de vapor que había en otros dispensadores, se dedicó a observar a la gente vestida de época victoriana que entraba o salía del establecimiento de hojalata con remaches. A través del ventanal, veía perfectamente cómo la clientela de la tienda o de la cafetería, sentados en los taburetes altos de la barra, eran atendidos por los empleados humanoides, entre carteles publicitarios y lámparas de neón. En su mayoría mujeres con niños, mientras los señores con trajes chaquetas y sombreros de copas, aguardaban impacientes en los coches del reposte.
Justo en aquel momento estacionaba detrás de él otra motocicleta. El vehículo de carreras se detuvo frente a otro autómata del combustible, al mismo tiempo que se desplegaron de forma automática patas de la enorme rueda trasera. La chica motera cuando desmontó, se quitó los guantes y el casco para dejarlos encima del asiento, junto a la perrita robótica que transportaba en el cestillo. Se subió las gafas de piloto a la frente pálida y se alborotó el largo y rizado cabello pelirrojo. Tras desabrocharse la cazadora de cuero, descubriendo el pañuelo de seda rojo del cuello y el ceñido corsé blanco con adornos metálicos, echó mano del cinturón de engranajes del ajustado pantalón oscuro. Sus intensos ojos verdes, almendrados y perfilados con el color de la sangre, se clavaron en el joven motorista que la miraba con el mismo descaro, entretanto, descansó el cuerpo en la cadera ladeada de piernas infinitas y botas con hebillas.
-¿Qué miras? -preguntó al muchacho.
-Disculpe la impertinencia -respondía a la señorita-, pero es que tiene algo entre los dientes.
-¡Es cierto Samantha! -afirmó la perrita robot, observando desde el cestillo-. Mis sensores indican que son restos del chocolate del desayuno.
-Gracias por la observación, señor…
-Erik…
-Pues yo también debo advertirle de que lleva… dos cuernos en la cabeza…
-¡Afirmativo! -intervino el dogo de juguete que hasta entonces había permanecido en silencio, sentado en el sidecar-. Te empeñas en peinarte con esa gomina pringosa y cuando te has quitado el casco, se levantaron como resortes dos mechones del pelo que te hacen parecer un demonio, en el mejor de los casos…
Erik se desabrochó la chaqueta militar para tomar la cartera de piel del bolsillo interior del chaleco de terciopelo rojo. Sacó la tarjeta de crédito, sin mediar más palabra con la motera pelirroja que se dio la media vuelta para caminar hacia la tienda, y la introdujo en la ranura del cajero del surtidor que tatareaba una canción. Al terminar la operación de repostar y el cobro de la misma, con el consiguiente recibo perforado, antes de guardar de nuevo la cartera, miró la hora en el reloj de bolsillo enganchado a la cadena dorada.
-¡Que tenga un buen día, Sr. Erik!
-Gracias, igualmente -dijo a la máquina que recobraba su forma original.
-¿Qué te parece si vamos al Parque de la Solidaridad para dar un paseo? -preguntó al perro de corazón eléctrico, mientras un arco voltaico fluctuaba entre las orejas puntiagudas.
-¿Puede ser? -preguntó al joven que se colocaba el casco.
-Si, hoy empiezo más tarde a trabajar.
Erik pulsó el encendido de la caldera y puso en marcha los pistones del motor, rugiendo humo por los tubos del escape, al mismo tiempo que giraba levemente el mango de la motocicleta. Después de embragar la biela con la maneta y pisar el pedal de la marcha, salía despacio de la estación de servicio aérea para transitar el puente colgante en espiral, descendiendo hasta la carretera del municipio. Se detuvo en la señal del ceda el paso, frente a la discoteca Vogue y justo a la hora en que las muñecas gogós, vestidas de sugerentes vaqueras, realizaban su coreografía encima del letrero luminoso que publicitaba la fiesta temática del viernes noche, animando a la fila de jóvenes que compraban las entradas en las taquillas. Erik tras ver pasar a otros vehículos de caballos de vapor, con los faroles encendidos, y al trolebús del transporte público que utilizaba la catenaria y desprendía chispas, se incorporó a la circulación por la calle Móstoles, delante del vehículo de reparto que se desplazaba por medio de sus patas articuladas, cuyas humeantes chimeneas anunciaban desde lejos su llegada.
-Era tu última revisión en garantía -expuso al acompañante canino, tomando la calle Luis Sauquillo.
-¡Lo sé! Tengo cita en la clínica veterinaria de electro-mecánica para después de las fiestas de Navidad. A mediados de enero del siglo XIX ¡Increíble, cómo pasa el tiempo!
-¡Y que lo digas! Parece mentira que te comprara hace cinco años en la juguetería “Ingenios mecánicos” del centro comercial “La estación”. Recuerdo perfectamente aquella tienda, con juguetes y muñecos amontonados en penumbras. Dónde el aciano artesano te construyó en la mesa de trabajo, apenas alumbrada por la lámpara colgante de colorido cristal emplomado. Tu creador, siempre oculto por el sombrero de copa, bajo la atenta mirada de sus gafas multilentes y la gran lupa con luz de neón del flexo, revisaba una de tus placas neuronales con su instrumental, cuando aparecí por allí. En cuanto pagué al juguetero, firmando los papeles de la garantía, éste te introdujo en el tubo de electrodos y las descargas eléctricas del generador te volvieron a la vida.
-Sí. La impronta y primera imagen, tu rostro, están gravadas en la copia de seguridad del disco de arranque. También archivo las sensaciones y sentidos primigenios. Por ejemplo, el calor de la manta que me envolvía. Y la algarabía del ambiente festivo de la gente congregada en la plaza del Ayuntamiento, entre la música de la banda municipal y los medios de comunicación ¿Recuerdas que por entonces el Alcalde y Concejales inauguraban la parada del tren de alta velocidad?
-¡Pues claro! Y que estaba a medio construir la torre del reloj del edifico municipal, con los mecanismos del armazón al descubierto.
-Más increíble es que durante cinco años de revisiones en la clínica veterinaria, la doctora de electro-mecánica te haya dado calabazas -afirmó-. Y esta mañana aún insistieras.
-Mujeres…
-Cansino…
La motocicleta de vapor adelantaba a otros coches humeantes y al trolebús parado en la marquesina, próxima del edificio fortificado de la Hacienda pública, aprovechando que estaba abierto el semáforo autogiro de la calle Grecia. Pasaba de largo más tiendas entre casas adosadas y el polígono industrial del otro lado, cuyas chimeneas expulsaban figuras fantasmales hacia las nubes de cenizas, sobresaliendo más lejos los altos hornos de la grandiosa fundición. Encarcelada por los puentes del ferrocarril y las continuas locomotoras de mercancías que estacionaban para descargar la chatarra en las cintas transportadoras, siempre en funcionamiento.
Erik tuvo la fortuna de pillar en verde el semáforo flotante de otro cruce, continuando la misma calle hasta la siguiente glorieta, flanqueado por barrios ajardinados y coronados por tubos retorcidos. Además de las fábricas mecanizadas o el zeppelín con forma de dragón chino que estaba atracado en un solar, cuya cabina de varias plantas fue habilitada como restaurante Wok, hacia la circunvalación. Se incorporó al tráfico de la autovía, delimitada por las farolas de fundición y los árboles. Acelerando, pronto dejó atrás el puente peatonal que comunicaba al barrio del Molino y tomó la primera entrada del municipio. Hizo la glorieta, adornada con palmeras, y circulando por debajo del paso elevado del Parque, estacionó el vehículo cerca de un acceso de la muralla. Erik después de quitar la llave del contacto y desmontar de la motocicleta a vapor, junto con el perro mecánico, guardó el casco así como los guantes en el cajón del asiento del sidecar. Era domingo y mucha gente disfrutaba del día en el Parque. Encontró a numerosas familias con sus niños sentados alrededor del Titiritero. El artista, de pie y al lado del guiñol mecánico, narraba un cuento clásico al público, mediante las grandes bocinas que nacían del escenario itinerante. Accionaba las distintas palancas del panel de mandos según transcurría la historia, actuando entonces las marionetas, movidas por los hilos invisibles del mecanismo, ante el griterío y aplauso infantil. Erik caminó entre esplendidos jardines con árboles, hasta el estanque de hormigón, rodeado por los ladridos y las carreras del perro artificial.
-Dog -se refería a su amigo de metal-, ves a la zona habilitada para las mascotas. Juega con tus congéneres mecánicos y ten mucho cuidado con los demás perros naturales. Ya sabes que puedes hacerles daño sin querer.
-De acuerdo, Erik.
La corpulenta máquina de cuatro patas emprendió la carrera, acompañado por otra perrita de juguete que apareció de repente.
-¡Hola! -dijo al joven, sentándose también en el escalón.
-Buenos días, señorita -contestó a la motera pelirroja-. Me va a disculpar de nuevo, pero su preciosa sonrisa aún sigue manchada de chocolate…
-Pues todavía llevas los cuernos…
-Qué se la va a hacer… Dog, mi perro -aclaró-, piensa que es por la gomina. Pero todo lo contrario, la utilizo para que no sobresalgan los mechones. Y ya ves. No hay manera. Creo que es de nacimiento.
-Pues yo soy adicta al chocolote, no puedo evitarlo -se sinceró-. Aunque a menudo me regañe Clara, mi perrita.
Escucharon un sonido atronador y ambos volvieron la vista hacia el Hospital cercano. En silencio, observaron cómo más allá el transbordador había despegado de la base entre las antenas espaciales. El punto luminoso fue dejando la estela de humo hasta desaparecer en el cielo plomizo.
-¿Escuchaste las noticias? Hemos entrado en guerra con el País vecino por las minas de cobre y carbón del norte.
Erik, perplejo, no pudo articular palabra, pues aquello significaba que el Ministerio de Defensa reclutaría de inmediato tanto a varones como mujeres en edad de combatir.

herreiere
12-Mar-2014, 18:41
¿:pensar:Ciberpunk o Steampunk?

bender
12-Mar-2014, 19:57
¿:pensar:Ciberpunk o Steampunk?
yo diría que ciberpunk, no? conste que ambos me gustan
:03:

Blasero1
13-Mar-2014, 12:55
Pues no lo tengo muy claro. Era por probar algo del género. Saludos!!!!!

incursora
20-Mar-2014, 13:47
yo diría que ciberpunk, no? conste que ambos me gustan
:03:

Hola, he consultado en la wikipedia (ya sé que a veces no es del todo fiable) y parece que se inclina más por el steampunk:

El steampunk fue, en sus inicios, un subgénero literario nacido dentro de la ciencia ficción especulativa que surgió durante la década de 1980 a manos de escritores conocidos por sus trabajos cyberpunk.1 A día de hoy, este subgénero ha madurado hasta convertirse en un movimiento artístico y sociocultural y no tan solo literario.2 El steampunk se desenvuelve en una ambientación donde la tecnología a vapor sigue siendo la predominante y por lo general localizada en Inglaterra durante la época victoriana, donde no es extraño encontrar elementos comunes de la ciencia ficción o la fantasía. Fuente:http://es.wikipedia.org/wiki/Steampunk

Así que te ha salido muy bien el trabajo. Ahroa bien, como relato en sí, no tiene un cierre o final definitivo. Quizá quieras más adelante ampliar un poco más el argumento cuando te surja alguna trama principal con la que desarrollarla o bien una novela o un relato largo. Como "puesta en escena", por decirlo de ese modo, las descripciones que haces de ese mundo y en este caso te centras más en el contexto que en la historia, está muy bien lograda. También me ha recordado a Futurama por la relación que tiene cada protagonista (femenino y masculino) con sus mascotas robóticas. :xDD:


Gracias por tu relato.

¡Saludos!

Blasero1
20-Mar-2014, 14:02
Muchas graciaaaaaaaaaaaaassssssssss

Admin
20-Mar-2014, 20:39
Coincido con incursora; buena ambientación, pero un final poco definitivo. :saludo: