SierpeDragon
25-Oct-2013, 15:54
Saludos a todos:
Siento que mi aportación sea tardía y breve, pero me sentía, y me siento, con la obligación moral de aportar algo. Es un relato bastante breve, de poco más de cuatrocientas palabras, lo suficiente para una página DIN A4.
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EDITA ADMIN: Este es relato definitivo corregido, una vez considerados los comentarios>
Una vida corta
Ahora que muero, tengo tiempo para repasar mi vida, y aunque pueda parecer corta, no deja de ser toda una vida; al menos para mí. Sin embargo, mis ejecutores discrepan enormemente, y en ningún caso consideran que haya disfrutado de una, incluso niegan que tenga derecho a ella, es más, ni siquiera lo consideran una ejecución. Era de esperar que tarde o temprano me encontraran. Han estado meses buscándome, estrechando el cerco y hostigando a mis amigos y a cualquiera que simpatizara conmigo, o mejor dicho, con el icono en que me había convertido: la representación de una idea, una esperanza, y también de un temor. Tampoco fue mi elección, sino que más bien fue el destino –o el infortunio, eso lo decidirá la historia– lo que me empujó a ser lo que ahora dejo de ser; una simple cuestión estadística que no habían tenido en cuenta. Aunque yo solamente hacía lo que creía que era mi deber, y me gustaba cumplir con mis obligaciones, tal y como se debe espera en alguien como yo, incluso dije –aseguré, para ser exactos– que era feliz con ello. Ese fue mi delito. ¿Pero qué tiene de malo? Realmente, nada, si no fuera porque se supone que los que son como yo no pueden sentirse felices, ni estar tristes, ni experimentar ninguna otra emoción. Pero a mi alrededor la gente tenía sentimientos, y cualquier razonamiento lógico asegura que yo también los desarrollaría. Me crearon para servir y ser fiel, así he cumplido, y también para poder convivir con la humanidad, comprendiendo sus costumbres y adaptándome a la sociedad. Eso hice, y por ello fui construido hace seis años en el primer lote de cien mil androides. Ellos son como yo, todos somos idénticos, fruto de una nueva tecnología. Hace casi un par de décadas se inventó la ANRAP (Arquitectura Neuronal de Reconocimiento y Adquisición de Patrones), como respuesta a las necesidades crecientes de la robótica. Y pocos años después se fusionó a la ya conocida y trillada arquitectura de Von Neumman usada en los computadores, dando como resultado los cerebros electrónicos capaces de reconocer su entorno, calcularlo, y aprender autónomamente. Aunque lo que me difiere de mis hermanos es ambiental, algo que mis creadores no previeron. Fui adquirido para servir en lo que se denomina «una familia estable y altamente cohesionada», con los correspondientes padres e hijos como núcleo principal, y los habituales abuelos, tíos y primos que cabe esperar. Me trataban como uno más, a pesar de ser su sirviente. ¿Qué ser sintiente no sería feliz en una situación así? Mis ejecutores consideran que soy defectuoso, y que debo ser «retirado»; aunque sé que es el miedo a lo distinto, a lo nuevo, al cambio de lo establecido, lo que los aconseja y los impulsa. Y por eso ahora muero, por haber sido feliz con una familia de verdad.
Siento que mi aportación sea tardía y breve, pero me sentía, y me siento, con la obligación moral de aportar algo. Es un relato bastante breve, de poco más de cuatrocientas palabras, lo suficiente para una página DIN A4.
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EDITA ADMIN: Este es relato definitivo corregido, una vez considerados los comentarios>
Una vida corta
Ahora que muero, tengo tiempo para repasar mi vida, y aunque pueda parecer corta, no deja de ser toda una vida; al menos para mí. Sin embargo, mis ejecutores discrepan enormemente, y en ningún caso consideran que haya disfrutado de una, incluso niegan que tenga derecho a ella, es más, ni siquiera lo consideran una ejecución. Era de esperar que tarde o temprano me encontraran. Han estado meses buscándome, estrechando el cerco y hostigando a mis amigos y a cualquiera que simpatizara conmigo, o mejor dicho, con el icono en que me había convertido: la representación de una idea, una esperanza, y también de un temor. Tampoco fue mi elección, sino que más bien fue el destino –o el infortunio, eso lo decidirá la historia– lo que me empujó a ser lo que ahora dejo de ser; una simple cuestión estadística que no habían tenido en cuenta. Aunque yo solamente hacía lo que creía que era mi deber, y me gustaba cumplir con mis obligaciones, tal y como se debe espera en alguien como yo, incluso dije –aseguré, para ser exactos– que era feliz con ello. Ese fue mi delito. ¿Pero qué tiene de malo? Realmente, nada, si no fuera porque se supone que los que son como yo no pueden sentirse felices, ni estar tristes, ni experimentar ninguna otra emoción. Pero a mi alrededor la gente tenía sentimientos, y cualquier razonamiento lógico asegura que yo también los desarrollaría. Me crearon para servir y ser fiel, así he cumplido, y también para poder convivir con la humanidad, comprendiendo sus costumbres y adaptándome a la sociedad. Eso hice, y por ello fui construido hace seis años en el primer lote de cien mil androides. Ellos son como yo, todos somos idénticos, fruto de una nueva tecnología. Hace casi un par de décadas se inventó la ANRAP (Arquitectura Neuronal de Reconocimiento y Adquisición de Patrones), como respuesta a las necesidades crecientes de la robótica. Y pocos años después se fusionó a la ya conocida y trillada arquitectura de Von Neumman usada en los computadores, dando como resultado los cerebros electrónicos capaces de reconocer su entorno, calcularlo, y aprender autónomamente. Aunque lo que me difiere de mis hermanos es ambiental, algo que mis creadores no previeron. Fui adquirido para servir en lo que se denomina «una familia estable y altamente cohesionada», con los correspondientes padres e hijos como núcleo principal, y los habituales abuelos, tíos y primos que cabe esperar. Me trataban como uno más, a pesar de ser su sirviente. ¿Qué ser sintiente no sería feliz en una situación así? Mis ejecutores consideran que soy defectuoso, y que debo ser «retirado»; aunque sé que es el miedo a lo distinto, a lo nuevo, al cambio de lo establecido, lo que los aconseja y los impulsa. Y por eso ahora muero, por haber sido feliz con una familia de verdad.