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28-May-2013, 11:33
Oblivion nos presenta un mundo futuro devastado por las armas nucleares que se utilizaron para derrotar a una raza alienígena que atacó el planeta. Los humanos a pesar de ganar la guerra, destruyeron el planeta y se vieron obligados a emigrar a Titán, una de las lunas de Saturno, quedando tan solo un reducido número de personas en tierra para controlar que las enormes maquinarias que succionan el agua del planeta para convertirla en energía, funcionen correctamente y defenderlas ocasionalmente de los ataques de los pocos alienígenas que aún quedan en el planeta.
Joseph Kosinski se afianza en la ciencia ficción con una atractiva estética, cambiando en esta ocasión el negro de Tron, por un blanco que ejerce un bello contraste con la visión de una tierra decrépita.
Como espectáculo apocalíptico tiene sus méritos, y verla en el cine tiene sus alicientes. Estamos ante un buen despliegue de medios visuales y efectos especiales destacados; esa luna hecha pedazos, por ejemplo, y una fotografía deslumbrante a cargo de Claudio Miranda. Pero la trama argumental es bastante previsible, llegando hasta cierto cúmulo de plagios; no con mal acierto, pero sin aportar aspectos virginales destacables.
Desgraciadamente, una vez más debemos agradecer la falta de asombro argumental al desafortunado tráiler que como ya sucedió con “Moon” -por cierto, de la que bebe mucho-, explica más de la cuenta y rebela lo que no debería.
El incombustible e indiscutible protagonista del film es el resultón Tom Cruise, actor cincuentón que despierta cierta animadversión a determinado público, y que les saca casi 20 años a sus compañeras sentimentales de reparto. Morgan Freeman aparece en un papel gris cual satélite, básicamente como reclamo publicitario, y al igual que el elenco de secundarios, poco ofrece para dar fuerza a la historia; a excepción quizás de Andrea Riseborough, la compañera forzosa de Cruise debido al borrado y consiguiente programación mental que sufre la pareja para que no se den cuenta que en realidad, viven en una mentira.
La banda sonora corre a cargo de Anthony González, compositor de la banda francesa M83, que se inspiró viendo las imágenes. Pretendía componer algo que sugiriera poder y épica, y a mi parecer lo consigue.
Uno de los aspectos más interesantes de Oblivion es la naturaleza del invasor. No se trata de seres biológicos con tecnología avanzada, sino de un ente artificial que nos recuerda en cierto modo a VGER de Star Trek. Aunque a diferencia de esta, y eso es algo reprochable, la poca explicación sobre la psicología y motivaciones alienígenas deja el film en suspenso de coherencia.
Parece lógico pensar que una inteligencia artificial como la que muestra el film, tiene los recursos suficientes de manipulación de clones como para hacerlos obedientes, sumisos, y sin lagunas mentales; pero Jack parece ser la excepción. Esta idea cobra forma cuando el personaje de Freeman, explica cómo ha visto en su comportamiento cierta curiosidad discordante con la norma. Sin embargo, en ese forzoso final feliz vemos como otro clon lo suple sin miramientos, y su amada lo acepta razonando que en definitiva, es la mima persona.
Pero la realidad es que Jack, sus vivencias y recuerdos, hace mucho tiempo que murieron, y lo que queda son unos clones cuyos recuerdos han sido implantados.
Lo que nos lleva a interesantes preguntas como; ¿Qué nos hace personas únicas? ¿Un clon manipulado mentalmente sigue teniendo la esencia del original?
En este sentido, la fortuna de la chica probablemente sea inaudita ya que bajo la argumentación de la película, tiene a su disposición miles de clones dispuestos amarla.
En definitiva, estamos ante una película con dosis de acción y también de romance, y que pese a sus defectos, seguramente sea entretenida para un público no versado en el género. Que cumple con los requisitos mínimos para ser digna de ver y por qué no, de disfrutar.
:saludo:
Joseph Kosinski se afianza en la ciencia ficción con una atractiva estética, cambiando en esta ocasión el negro de Tron, por un blanco que ejerce un bello contraste con la visión de una tierra decrépita.
Como espectáculo apocalíptico tiene sus méritos, y verla en el cine tiene sus alicientes. Estamos ante un buen despliegue de medios visuales y efectos especiales destacados; esa luna hecha pedazos, por ejemplo, y una fotografía deslumbrante a cargo de Claudio Miranda. Pero la trama argumental es bastante previsible, llegando hasta cierto cúmulo de plagios; no con mal acierto, pero sin aportar aspectos virginales destacables.
Desgraciadamente, una vez más debemos agradecer la falta de asombro argumental al desafortunado tráiler que como ya sucedió con “Moon” -por cierto, de la que bebe mucho-, explica más de la cuenta y rebela lo que no debería.
El incombustible e indiscutible protagonista del film es el resultón Tom Cruise, actor cincuentón que despierta cierta animadversión a determinado público, y que les saca casi 20 años a sus compañeras sentimentales de reparto. Morgan Freeman aparece en un papel gris cual satélite, básicamente como reclamo publicitario, y al igual que el elenco de secundarios, poco ofrece para dar fuerza a la historia; a excepción quizás de Andrea Riseborough, la compañera forzosa de Cruise debido al borrado y consiguiente programación mental que sufre la pareja para que no se den cuenta que en realidad, viven en una mentira.
La banda sonora corre a cargo de Anthony González, compositor de la banda francesa M83, que se inspiró viendo las imágenes. Pretendía componer algo que sugiriera poder y épica, y a mi parecer lo consigue.
Uno de los aspectos más interesantes de Oblivion es la naturaleza del invasor. No se trata de seres biológicos con tecnología avanzada, sino de un ente artificial que nos recuerda en cierto modo a VGER de Star Trek. Aunque a diferencia de esta, y eso es algo reprochable, la poca explicación sobre la psicología y motivaciones alienígenas deja el film en suspenso de coherencia.
Parece lógico pensar que una inteligencia artificial como la que muestra el film, tiene los recursos suficientes de manipulación de clones como para hacerlos obedientes, sumisos, y sin lagunas mentales; pero Jack parece ser la excepción. Esta idea cobra forma cuando el personaje de Freeman, explica cómo ha visto en su comportamiento cierta curiosidad discordante con la norma. Sin embargo, en ese forzoso final feliz vemos como otro clon lo suple sin miramientos, y su amada lo acepta razonando que en definitiva, es la mima persona.
Pero la realidad es que Jack, sus vivencias y recuerdos, hace mucho tiempo que murieron, y lo que queda son unos clones cuyos recuerdos han sido implantados.
Lo que nos lleva a interesantes preguntas como; ¿Qué nos hace personas únicas? ¿Un clon manipulado mentalmente sigue teniendo la esencia del original?
En este sentido, la fortuna de la chica probablemente sea inaudita ya que bajo la argumentación de la película, tiene a su disposición miles de clones dispuestos amarla.
En definitiva, estamos ante una película con dosis de acción y también de romance, y que pese a sus defectos, seguramente sea entretenida para un público no versado en el género. Que cumple con los requisitos mínimos para ser digna de ver y por qué no, de disfrutar.
:saludo: