lgv
31-Aug-2010, 21:13
- “A veces duele tanto, tanto sentirse vivo. Es difícil de explicar en realidad. Leí por algún lado que como individuos necesitamos la proximidad del otro, saber que en el fondo estamos acompañados... Aunque sinceramente no lo sé, no creo que me haya sentido cerca de nadie ni de nada...”
Se queda mirando el piso mientras busca las palabras.
Nota algo húmedo resbalar por su rostro y se sorprende al encontrar una lágrima. No sabía que podría llorar.
Confundido y nervioso logra balbucear una palabras casi inaudibles.
- “¿Por qué? ¿Por qué duele tanto?”
- “Según lo reportado en los informes de la psicología universal está en la naturaleza de la mente inteligente el sentirse desdichado. Es parte de su motivación y su peor enemigo a la vez”
La voz metálica del mono-parlante le hace estremecerse.
Mira al la criatura que esta sentada en la silla de enfrente: sus ojos vacíos y su piel estéril. Rústica y sin gracia.
¿En que momento los psicólogos se habían retirado a las sombras para ser ocupados por estos burdos intentos de Freud? Al menos ahora entendían que no todo lo que escuchaban es literal, pero igual se extraña el contacto humano.
El paciente se levanta y sin apuro toma su abrigo.
- “No tiene porque irse, la sesión puede durar 12.3 minutos más”
- “Le agradezco la oferta, pero no puedo seguir hablando de mis problemas con un robot”
- “Pero...”
- “Nada de peros”- Le interrumpe- “Esta sesión ha terminado”
Cambia el abrigo de mano y se dirige a la puerta tranquilamente. El robot-psicólogo observa como la puerta se cierra detrás de su paciente.
- “...Pero usted también es un robot”- Termina de decir en la fría habitación, aunque ya no hay nadie ni nada que lo escuche.
Se queda mirando el piso mientras busca las palabras.
Nota algo húmedo resbalar por su rostro y se sorprende al encontrar una lágrima. No sabía que podría llorar.
Confundido y nervioso logra balbucear una palabras casi inaudibles.
- “¿Por qué? ¿Por qué duele tanto?”
- “Según lo reportado en los informes de la psicología universal está en la naturaleza de la mente inteligente el sentirse desdichado. Es parte de su motivación y su peor enemigo a la vez”
La voz metálica del mono-parlante le hace estremecerse.
Mira al la criatura que esta sentada en la silla de enfrente: sus ojos vacíos y su piel estéril. Rústica y sin gracia.
¿En que momento los psicólogos se habían retirado a las sombras para ser ocupados por estos burdos intentos de Freud? Al menos ahora entendían que no todo lo que escuchaban es literal, pero igual se extraña el contacto humano.
El paciente se levanta y sin apuro toma su abrigo.
- “No tiene porque irse, la sesión puede durar 12.3 minutos más”
- “Le agradezco la oferta, pero no puedo seguir hablando de mis problemas con un robot”
- “Pero...”
- “Nada de peros”- Le interrumpe- “Esta sesión ha terminado”
Cambia el abrigo de mano y se dirige a la puerta tranquilamente. El robot-psicólogo observa como la puerta se cierra detrás de su paciente.
- “...Pero usted también es un robot”- Termina de decir en la fría habitación, aunque ya no hay nadie ni nada que lo escuche.